Está agonizando otro año para dar el testigo al entrante, más este escrito está redactado antes de las elecciones generales del 20 de diciembre. Salvo sorpresa mayúscula finaliza el largo ciclo del bipartidismo en España aunque me temo que en el trasfondo del escenario político seguirá habiendo bipartidismo, sólo que en este caso y a partir de ahora con más actores, no contemplándose pues cambios convulsos. Si acaso tendremos a partir de ahora más decisiones gubernamentales pactadas y encorsetadas. Se acabaron, eso sí, las aprobaciones de leyes de forma exprés que han utilizado hasta la fecha los rodillos de las mayorías absolutas alternantes.
Ninguno de los cuatro candidatos de las quinielas electorales tendrá mayoría absoluta y tres de ellos, excepto el gobernante actual, ya han afirmado por activa y por pasiva que si no obtienen la mayoría de votos estarán en la oposición a la espera de la debilidad de la mayoría simple de quien gane las elecciones. Todos recelan entre sí, pero como vivimos en un país con una cualidad para unos pero defecto para otros cual es el desdecirse, no estoy tan seguro de las aseveraciones valentonas que suelen pulular en campaña, pues la tentación del poder es de tal magnitud que el enemigo de ahora puede convertirse en leal socio después.
Albert Rivera pretende ser presidente y afirma que de no ser así estará en la oposición pero, tal y como todos los pronósticos coinciden, ¿se dejará tentar por una vicepresidencia que le ofrezca Rajoy? Pedro Sánchez, un matón de colegio en el debate a dos, dice que si no resulta ser el más votado estará igualmente en la oposición y que no quiere saber nada de Podemos, pues está en sus antípodas filosóficas, pero ¿aceptará un pacto postelectoral con Pablo Iglesias obsequiando a éste otra vicepresidencia? Don Mariano declara que está dispuesto a gobernar en minoría, pero ¿acaso no estaría dispuesto a entregar a C´s varios ministerios y un lugar preferente a su líder? ¿No es verdad que Iglesias, en un viraje más de tuerca hacia el centro, estaría presto a coaligarse con los socialistas para ser el hombre fuerte del gobierno? Por supuesto que sí.
Parece claro entonces que, para mis pronósticos personales, saldrá de estas urnas un gobierno de dos, bien sea PP con Ciudadanos, bien PSOE con Podemos, pues todos entienden que si cada uno de ellos ganara lo harían en franca minoría, siendo inviable una estabilidad gubernamental en esta legislatura, examinadas todas las propuestas con lupa con la incertidumbre de si saldrán adelante o no. Cualquier gobierno sin la mayoría suficiente está a expensas de una moción de censura en cualquier momento, de que un buen número de proyectos de ley no acaben siquiera al último proceso de la votación, que el regateo y las concesiones alarguen innecesariamente los protocolos en las comisiones y que cada debate en el Congreso se haga insufrible para el gobierno de turno.
Así las cosas, apuesto por un gobierno con dos participantes e interponiéndose enmiendas continuamente que tendrán que ser contempladas y recogidas. Quizás sea esta la única ventaja del nuevo abanico parlamentario, la de admitir otras propuestas y otros matices, relegando para siempre el autoritarismo parlamentario del que ya estábamos acostumbrados. No obstante mi voto será para Alberto Garzón, menospreciado por Podemos, ninguneado por las televisiones y maltratado, una vez más, por la ley electoral; pues volverá a obtener más sufragios que Convergencia, PNV o Bildu pero obteniendo muchísimos menos escaños que éstos. Si el pobre de Alberto es capaz de resistir estas embestidas traicioneras y Podemos defrauda en las expectativas de su gestión, ya sea en el gobierno, bien en la oposición, IU renacerá de sus propias cenizas; si no es así será engullida para siempre.
Por lo demás no me queda otra cosa que desear a todos los lectores una Feliz Navidad y que el año venidero, puesto que la prosperidad y los salarios quedaron estancados por sanguijuelas financieras y por políticos impunes y corruptos, nos deje por lo menos como estamos. Salud y paz.
