Elecciones soberanistas
Si las elecciones catalanas de 27S fuesen unos comicios autonómicos normalizados Convergencia (tras la ruptura con Unió), ERC y la CUP serían enemigos políticos. Pero más que las elecciones al Parlamento de Cataluña lo que está en juego es el destino del Estado Español, y esos enemigos casi irreconciliables son excelentes amigos en pro de un único argumento: la independencia de Cataluña, anunciando esa declaración de secesión si consiguen juntos esos 68 diputados que le otorgarían la mayoría absoluta.
Ahora son amigos partidos de centro derecha y de la izquierda pura y dura, sellando un pacto electoral cuya principal baza es la independencia, no las deudas económicas del Parlamento catalán, ni la corrupción por las comisiones del 3%, ni siquiera la crisis económica que afecta a la mayoría de los ciudadanos. Y todo esto pasa porque, viendo las orejas del lobo venir, ninguno de los gobiernos de la Nación alternantes hicieron nada por prevenirlo; es más, alimentaron con concesiones de primera clase a determinadas autonomías en prejuicio de otras de menor rango histórico, dotándolas de competencias que ahora se les han ido de las manos y ya no pueden controlar.
Que me explique alguien la diferencia entre un Estado de las Autonomías y otro Federal, cuando jurídicamente es lo mismo. Y que me explique alguien por qué el Estado español es tan estúpido en consentir que competencias como la Seguridad (en manos de los cuerpos policiales de la Generalitat), la Justicia (donde el Tribunal de Justicia catalán es el primero en desobedecer las leyes) o el control de los recursos hídricos (la interminable y desigual guerra del agua) hayan sido regaladas tan gratuitamente.
El diez de octubre de 2014 firmé un artículo en EPdV titulado La Secesión de Cataluña es irreversible. Como precedente evoco la consulta del nueve de noviembre del año pasado, cuando la Generalitat sacó las urnas para que se votara un plebiscito no vinculante sobre la independencia. Rajoy dijo que no lo consentiría, pero cuando se consumaron los hechos apeló al Tribunal Constitucional, quien declara anticonstitucional el referéndum y lo suspende cautelarmente. Inaudito ejemplo de cobardía e incompetencia, pues pasado un año no han rodado cabezas, nadie ha sido multado, juzgado ni encarcelado.
¿Qué quiere el Gobierno español ahora, cuando Artur Más se ha reído de Rajoy y del TC en sus narices? ¿Qué va a hacer el PSOE cuando el PSC pinta bien poco en Cataluña? Sabe el Gobierno que es imposible paralizar el movimiento nacionalista a la fuerza, pues desde la Casa Blanca hasta la Comisión Europea no quieren que se repita un conflicto bélico como en Yugoslavia. Y la única opción del Gobierno sería suspender la Autonomía catalana e intervenirla, pero si esto sucede provocaría la mejor cuartada para los dirigentes catalanes, dando carpetazo al Estado español, rompiendo relaciones institucionales, casi diplomáticas ya, y siguiendo una hoja de ruta independiente y sin retorno.
Estaría por ver si las reiteradas amenazas de la UE respecto a que una separación de Cataluña abocaría a una irremediable salida del euro o si esas otras advertencias de que los inversores y empresarios dejarían de trabajar allí y buscarían otros destinos se confirman. Yo personalmente no lo creo, pues ante hechos consumados la UE no iba a excluir a un aspirante socio que solicita su entrada al club, ni los empresarios cambiarán de lugar así porque así, pues el negoci es el negoci.
Soy contrario a los nacionalismos, pues mi única Patria es el planeta Tierra y se lo están cargando entre la contaminación, las guerras y el hambre. Cuando se destruya ya no tendremos casa ni los ricos ni los pobres. Y entre las estupideces de unos y las tonterías de otros a marear la perdiz, a gastarnos los pocos dineros que quedan y a demostrarnos, una vez más, que no se aprende nunca de los errores de la Historia, que para eso se escribió con sangre, sudor y lágrimas: para recordarlos y no repetirlos.