El Volapié

Empresas, toros y empleo

La destrucción de empleo persiste según los datos de la última EPA, la primera que se realiza al completo desde que Mariano Rajoy formase este gobierno tan sectariamente reformista, puesto que las reformas nos empobrecen a la mayoría mientras que la intocable casta política se mantiene arriba con sus instituciones indemnes, indemnes para mantener la endogamia burocrática pero incapaces de echar carbón a las calderas, dejando solos a los empresarios en la virtual misión de crear puestos de trabajo como sea.
Los toros suponen un importante sector económico en España –no hablaremos de Villena porque es un caso imposible– aunque a fin de cuentas solo son un epígrafe más como actividad económica. Por cierto que soportando el 18% de IVA en la entradas hasta nueva orden, a pesar de haber sido transferido al Ministerio de Cultura. Las empresas taurinas –ganando dinero y creando otros beneficios– pueden contribuir a que la tauromaquia se revitalice o propiciar que este espectáculo se convierta en un timo.

Sólo los diez o doce primeros diestros del escalafón torean más de cincuenta corridas. Desde ahí, el número sesenta de esa lista no llega a la decena de festejos y hasta los doscientos que completan el rol apenas cuentan de media con una actuación en las fiestas del pueblo natal. Sólo esos primeros –los que pueden vivir de torear– cobran con arreglo al caché aunque no siempre, mientras que existe un Convenio Colectivo Nacional que establece unos mínimos para el resto. Unos cinco mil euros aunque no siempre.

En el aspecto ganadero sucede tres cuartos de lo mismo: unas ganaderías de moda a precio de oro –la mayoría aporta el llamado medio toro– y el resto vendiendo toros para lidia casi al precio del matadero. Pues combinando entre estas variables resulta posible ofrecer a los aficionados espectáculos de gran calidad, reuniendo a notables matadores enfrentándose a reses íntegras, con unos precios razonables en la taquilla y obteniendo un moderado pero seguro beneficio. Además fomentando la tauromaquia.

En estos tiempos de crisis y de cambio no hay huecos en el calendario para demasiados festejos, por eso resulta tan importante que estos sean muy escogidos. Por el bien de la fiesta.

Sin embargo, la administración no facilita las cosas –cumplo mi promesa de no hablar de Villena– y suceden situaciones tan surrealistas como la de la Ministro Báñez promoviendo la Reforma Laboral –no entro en las particularidades de esta– cuando ni siquiera ha cotizado jamás en la empresa privada. Comenzó a trabajar con treinta años cumplidos para la dirección del PP de Andalucía y en el Consejo de Administración de la televisión andaluza. Después diputado, ahora ministro y sin experiencia alguna en empresas de capital privado, en las empresas a las que pretende aplicar esta serie de reformas.

No obstante, si ha sido capaz de concluir el listado de medidas reformistas laborales también debería ponerse manos a la obra en otro listado para ayuda urgente a las empresas con el objetivo prioritario de la creación de empleo. Incluidas las empresas taurinas.

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