En contra de, y a pesar de, Europa ya tiene una Ley de Restauración de la Naturaleza
La defensa de los espacios naturales, de nuestros territorios y de los derechos de las generaciones futuras se ha convertido en una obligación personal, un deber ciudadano y un compromiso profesional
Estamos ante otra ola de calor, y cuando sales a la calle y el ambiente es tan denso que cuesta respirar, cuando estás escuchando por todas las vías de comunicación posibles y fiables lo anormal de estas temperaturas y cuando vamos incorporando a nuestro diccionario términos como “reventón térmico”, cuesta mucho seguir escuchando como algunas/os continúan con el mantra ignorante e insensato del “esto ha pasado siempre” como punto de apoyo a sus argumentos negacionistas a cambio de ocupar sillones de poder sin calibrar las consecuencias de sus mentiras.
Mientras ando en estas reflexiones, me llega una noticia: La Ley de Restauración de la Naturaleza supera su gran examen del Parlamento Europeo (agenciasinc.es), que es el último trámite para dar luz verde a Ley de Restauración de la Naturaleza en la UE. Esta es una noticia magnífica, pues marca un nuevo escenario de protección legal europeo y, por tanto, de derecho nacional, y eso es sumamente importante para poder seguir dotando de herramientas legales a las personas que tenemos un papel activo ya sea en el ámbito jurídico o profesional y que estamos preocupados y ocupados en la defensa del planeta tierra como espacio de vida humana sin recambio.
Lo que se ha debatido en sede de la Unión Europea son unas propuestas pioneras para restaurar la naturaleza en Europa de aquí a 2050, suponiendo la primera legislación de la historia que se propone explícitamente restaurar la naturaleza de Europa, reparar el 80 % de los hábitats europeos en mal estado y devolver la naturaleza a todos los ecosistemas, desde los bosques y las tierras agrícolas hasta los ecosistemas marinos, de agua dulce y urbanos. Una ley que desarrollará las experiencias existentes en materia de restauración de la naturaleza, como la renaturalización, la replantación de árboles, la ecologización de las ciudades y las infraestructuras o la eliminación de la contaminación para permitir la recuperación de la naturaleza.
Ahora, si bien en su resultado final es magnífico, la forma en que se ha producido es verdaderamente lamentable, e incomprensible desde una visión global y social, pero esta Ley ha salido adelante a pesar de los votos en contra que el PP europeo, partido que se ha alineado con la ultraderecha comprando como argumento la amenaza de hambre en Europa, como lo leen. Este es un discurso del miedo que no se mantiene lo mires por donde lo mires, pero que es el argumentario que vienen manteniendo los grandes lobbies agrícolas del continente, que la derecha europea les ha comprado aun sabiendo que lo que estos ven realmente peligrar son sus grandes datos económicos.
Observar como quienes deben cerrar filas en torno a uno de los asuntos más transcendentales a los cuales se enfrenta la raza humana en estos momentos, y me atrevería a decir, se ha enfrentado desde que existe sobre el planeta tierra, hacen justo lo contrario y continúan dividiendo no para vencer sino para destruir las vías hacia una recuperación del planeta tierra coma parte de una decisión que disfrutarán las generaciones futuras, me lleva a pensar que su ideología llamada conservadora se está quedando en una simple definición, pues las leyes que están votando en contra van encaminadas a la conservación, preservación y defensa del medio natural.
No puedo evitar preguntarme continuamente, cada vez que conozco este tipo de posiciones políticas, ¿cómo alguien puede votar en contra de su supervivencia?, ¿como es posible que haya personas que nieguen la necesidad de conservar un mundo sano a las generaciones futuras, entre las que seguramente se encuentren sus hijos, nietos…? Y por mucho que lo intento no acabo de encontrar respuestas, pero les quiero dejar estas preguntas para que puedan pensar en las suyas.
Les diré que este último mes ha sido muy intenso para mí en cuanto a aprendizaje y formación. Durante junio he asistido a dos eventos diferentes en origen, pues uno fue propiamente profesional –la reunión anual de RADA (Red de Abogados/as para la Defensa Ambiental), con un seminario sobre información, participación y acceso a la justicia en la autorización e implantación de energías renovables–, y otro puramente académico –el II Congreso Internacional de Derechos de la Naturaleza y lucha contra el cambio climático en el Mediterráneo–, pero ambos han sido plenamente coincidentes en el fondo: la defensa de los espacios naturales, de nuestros territorios y de los derechos de las generaciones futuras.
Es muy reconfortante comprobar como en España hay grandes mentes jurídicas pensando y creando corrientes doctrinales desde el biocentrismo, así como abogados y abogadas que demuestran su implicación y compromiso con el medioambiente y que desde estos dos frentes se está luchado en contra y a pesar de estos seres que, bien por ignorancia, bien por insensatez o por ambas, niegan una evidencia climática que no deja espacio a la duda, y en ello me hallo, inmersa en esta filosofía verde y azul que se ha convertido para esta escribiente en un deber ciudadano y en un compromiso profesional, así como en una obligación personal, pues lo hago por el futuro de los míos, de los tuyos y también de los suyos, a pesar de ellos.