En manos del Psoe
Hace un buen puñado de años, en este mismo Epdv, nuestro querido compañero Mateo Marco apuntillaba en una de sus columnas que no debíamos de mojar el pan en el huevo del vecino (ya sé que no era así, pero para el caso me vale). En aquel momento se trataba de las columnas amamantadas con el cisma del Partido Socialista de Villena. El consejo de Mateo animaba a no meterse en casa ajena. Aunque llegada la ocasión de debatir en 3-D, la respuesta que se encontró fue que no era posible considerar ajeno aquello cuyo devenir nos atañe al resto.
Años más tarde, hasta hoy, me tropiezo con una situación similar, y aún recordando las palabras de Mateo, vuelvo tozudamente a opinar sobre los asuntos internos de una familia, de un Partido. Y si bien podría pedirme que no me metiera donde no me llaman, tendría que ser consecuente si yo les respondiera eso mismo cuando llegado el periodo electoral se acercara para cuestionarme mi ideología y para influir en mi voto.
La situación que hoy nos ocupa es la referida al sistema por el que el Psoe planteará sus votaciones en el Congreso el próximo día 18 de junio, a la hora de aceptar por la gracia de dios y por derecho consanguíneo la proclamación de un nuevo Rey en España. Es decir: si optará por dar libertad de voto a sus diputados y diputadas, o si impondrá la disciplina de partido en la votación: obligando a sus voces disconformes y a toda nuestra sociedad a alargar durante una generación más el sistema monárquico: una figura Real en representación de nuestro país y a cargo de la jefatura del Estado.
Porque es el Psoe el que todavía hoy puede mantener la incertidumbre: ni las manifestaciones en las plazas, ni los ejemplos procedentes de otros países. Es el Partido Socialista hoy quien también tiene la opción de liquidar aquel compromiso de paz y normalidad en este momento histórico en que ya no es necesario, y liberarse de aquella aceptada carga, aquella opción y renuncia a la que obligaba la ética y la responsabilidad del momento, y retomar el sentido de sus demandas y de su lucha.
Hace poco ante una pregunta directa uno de los padres de nuestra Constitución explicaba la coherencia de la disciplina de voto en los partidos. Fue claro y directo. Y lo entendí tan bien como cualquiera que lo estuviera escuchando. Tan claro y directo como para entender que lo que entonces era necesario ahora ya no lo es. Hasta el día 18 de junio todavía queda tiempo. Yo mismo no era muy consciente de ello hasta que un señor, cerveza mediante, me impidió afirmar que todo el pescado estaba vendido. Y no era así, porque frente a un Felipe 6 quedaba la opción de un Psoe libre capaz de representar la línea de sus ideas. Un Psoe cuya democracia interna podría volcar a uno u otro lado el futuro de nuestra tierra. Y entonces entiendo con mayor profundidad la debacle que auguran para este partido si decide apostar por la dictadura interna: donde todas las manos se mueven al compás de una sola voz. En tal caso sufriremos una vez más un sistema donde no hay democracia, ni verdad, ni representación de ninguna ciudadanía.