En medio de dos ladrones
Ahí, en la emoción, esas letras viejas que retratan, sonando en la noche, nuestra vileza

Noche de Jueves Santo. En la oscuridad y en el silencio, en el silencio de la oscuridad y en la oscuridad del silencio, rota la noche por la luz de la luna llena intermitente entre nubes y rota la mudez por un golpe de bombo también intermitente, seco y tétrico, desfilan los cofrades portando fanales de tenue luz.
Salen de Santiago de Orihuela, donde, cuando asome por la portada de la Comunión el Cristo crucificado, cantarán a capela los Cantores de la Pasión:
Jueves Santo. De mañana / antes de salir el sol, / iba el Rey de las almas / contemplando su Pasión / con la Reina Soberana. // Por ventanas y balcones / mucha gente se asomaba / al tropel de los sayones. / ¡Que muera Jesús! –clamaban–. / En medio de dos ladrones.
Instante sublime, hay que vivirlo. Porque por mucha sesera que uno intente poner a las palabras, estas no pueden narrar la conmovedora impresión. Y ahí, en la emoción, esas letras viejas que retratan, sonando en la noche, nuestra vileza: ¡Que muera Jesús! Nuestras traiciones: abrazo muy cruel de Judas. Nuestro ensañamiento: vino mezclado con hiel. Nuestro oprimir: cordel a la garganta. Nuestro… Nuestro morbo: asomándonos al tropel de los sayones y… Y es el Cristo que nos salva. En medio de dos ladrones.