Vida de perros

En ocasiones toca

En ocasiones toca, desgraciadamente, dar la razón a alguno de los teclados que comparten espacio en este Epdv. No se da en el caso Gracián-Forte, como podemos ir comprobando a lo largo de estos últimos números (oh, cómo echo de menos disfrutar en primera persona de tales desapacibles y destructivos lances); pero sí se da en ocasiones entre el viejo Aureliano y éste que soy yo. Tal vez por esto, por cierta fijación a la reiteración de argumentos o a la constatación de un temor, uno se encuentra más susceptible al leer a otros para encontrar la razón que uno mismo u otro allegado pudiera tener. Cierto, Aure, que No somos nadie, y tampoco para Molina Fox cuando en su columna de la semana pasada llamada “Cristianos, moros y un grupo de judíos con greñas” cita a Alcoi, Xixona y a la Vila Joiosa como ejemplo de las fiestas de Moros y Cristianos con mayor interés y espectacularidad, olvidando como es obvio por su ausencia las de nuestra Villena. ¿Tendremos que invitar al interfecto para que él mismo de fe de nuestro poderío? ¿A él y a cuántos más?
En ocasiones toca también hablar de la monarquía, pese al morro torcido de quienes se declaran campechanamente juancarlistas. Toca hablar de la periodista hecha princesa por obra y gracia –por el mejunje de fluidos propios y plebeyos con los reales–, hablar del nuevo (o nueva) vástago. Sobre todo para decir lo que se lleva dentro ahora, y callar y hacer oídos sordos desde entonces en adelante en pro de la propia salud mental. Me asombran ante todo del caso las especulaciones acerca de la manipulación genética y demás historietas a lo Dan Brown –por citar a alguien popular–. Ganas de hablar y de llenar espacios, por lo demás siempre cargados de asuntos tan triviales y frívolos como el expuesto, ya que si es conflictivo el tema del sexo del primogénito no menos lo es la existencia de una luz divina que ilumine a un soberano. Problemas estos de la monarquía y la sucesión a los que yo pondría solución de un plumazo con alguien presidiendo la república, verbi gracia.

En ocasiones toca aguantarse la mala leche, como cuando uno escucha que los gloriosos ultraderechistas Alianza Nacional dejan de ser amigos de los no menos ultraderechistas España 2000 por un quítame allá esas pajas. Lo ocurrido, que a Alianza Nacional no le parece adecuado que el señor Roberto Navarro, máximo responsable de España 2000, acepte –esta vez como secretario general de la Asociación Nacional de Empresarios de Clubes de Alterne– “la concesión de permisos de residencia a extranjeras para ejercer la prostitución”. Parece que los responsables de AN gustan de introspectar a compatriotas, y no aceptan mano de obra extranjera –por citar partes nobles– ni para tales menesteres. Pequeños conflictos domésticos que tiene la más derecha de nuestras derechas en esta España que ellos cambiarían –para atrás– y que, para salud de todos los españoles, parecen suponer la ruptura de la presentación de ambas organizaciones con candidatura única en las próximas elecciones.

En ocasiones toca decirle al Observador que tal y como habla en su último Descanse en paz, se aplique el cuento, o que lo aplique a la inversa, porque entiendo que hacer oposición con ilusión es poco menos que hacer campaña.

En ocasiones toca tocarse las pelotas y escribir, siempre desde el respeto al medio y al posible lector y/o lectora, columnas como esta, hablando de todo un poco y hablando al fin de nada, como en barra de bar con caña en mano y culo en banqueta.

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