Entre dos aguas
Anoche mismo en la 2 de TVE estuve disfrutando de un extraordinario reportaje sobre un Paco de Lucía en lo más alto de su carrera y que vive retirado en una preciosa mansión de tipo colonial en Yucatán. Escuchar al maestro interpretando el tema de cuyo título he copiado el de mi columna de esta semana supone un deleite que mejora al disfrutarlo en la paz de la noche y acompañado por el mejor whisky de malta. Sin prisas como en el toreo, que es grandiosa la vida que se vive entre las aguas del flamenco y las de la tauromaquia.
No soy el único que vive entre dos aguas y aunque en ocasiones se roza la demencia, la mayoría de las veces resulta apasionante. La misma persona, la misma personalidad con dos colores distintos, pero siendo el mismo. Las mismas creencias, los mismos pensamientos escritos con diferentes estilográficas pero con argumentos coincidentes con exactitud.
El empleo y el uso de un pseudónimo resulta legítimo como legítimo resulta pagar el mismo montante de dinero por los mismos bienes aunque esto se haga en dos monedas diferentes siempre que ambas sean de curso legal, como legítimo resulta que un matador de toros se anuncie por su nombre artístico aunque el de su partida de nacimiento sea otro, como legítimo resulta que un ganadero encierre para una corrida los toros con cualquiera de los hierros de la casa siempre y cuando pertenezcan al mismo encaste. Mismo dinero, mismo torero y mismos toros, se llamen como se llamen.
Paco Gracián nació a mediados de los ochenta para ocultar mi identidad por miedo a las posibles represalias que a lo mejor sólo estaban en mi mente, pero fui el primer sancionado por mi activismo contra la obligatoriedad del estudio del valenciano y fui presionado posiblemente sólo eran imaginaciones mías para que cesase mi oposición en pro del buen expediente. En aquel tiempo me aproveché de este sosias para continuar con lo mío y ocultarme hasta que me rendí voluntariamente y pasé a la reserva sin remedio posible.
Hace justo una década que Pedro Sánchez me invitó a colaborar en su proyecto de Villena.net y le pedí que me permitiese rescatar esta identidad por el gran cariño que guardaba a mi alter ego, y él mismo podrá confirmar a quien se lo requiera que nuestro acuerdo no buscaba una ocultación de mi identidad puesto que yo mismo respondía legalmente de mis escritos y que no pasaría de ser un hecho meramente lúdico.
Cuando Carlos Prats tuvo la gentileza de reclutarme para este nuestro periódico también lo pongo por testigo sucedió tres cuartos de lo mismo y jamás he omitido mi identidad a quien quiera que lo haya preguntado.
Mucho más, estoy plenamente convencido de que todos aquellos que afirman que me oculto lo hacen conociéndome perfectamente. En caso contrario, estaré encantado de tomar un café con quien haga el favor de aceptar esta invitación. Paco Gracián es un pseudónimo pero no una ocultación de identidad.