Entre pillos anda el juego
Hablan de desafección de la sociedad hacia la clase política igual que hablamos de lo alejada que está la política de la calle. Dos conceptos que si bien al principio podrían parecernos ajenos, poco a poco hemos visto cercanos y reales. Pocas cosas hay tan claras hoy día como la falta de representabilidad por parte de una clase política que cada día es más clase, clase social, que se afianza a través de la desafección de las personas a las que representa. Y es que la soledad tiene eso: o la reclusión o la afirmación. Y ya saben ustedes, queridas personas, lo que esa nueva clase ha elegido: tratarnos como a populacho impaciente, irascible, e incoherente.
Más triste es cuanto más cerca se ve. En Villena por ejemplo. Porque lo de la herencia recibida de mala forma puede tragarse visto con cierta perspectiva nacional e histórica, pero peor se sufre cuando se trata de nuestros vecinos y vecinas metidos en política hablando de problemas palpables en nuestro día a día. Las vías del tren, pongamos. ¿A quién no le entristece el cruce de declaraciones de la presente semana vía PPSOE? Respecto a lo que uno afirmó, el otro proclamó, el otro escondió, el otro entorpeció
Supuestamente, por supuesto, supuestamente. ¿Y es de recibo que en estas y tal y como está la situación aludan, todavía y sin vergüenza alguna, a las ventajas (estímulos económicos) para nuestra ciudad, y a una creación de empleo sin parangón? No, ya se lo digo yo. No. Porque ya hemos escuchado semejantes promesas y han sido incumplidas sin rubor ni explicaciones. Indecentemente se nos prometieron miles de puestos de trabajo en plantas energéticas, centros comerciales, nodos logísticos, comercios donde atender al turismo del AVE
Y ahora indecentemente acceden a un cruce de declaraciones y acusaciones acerca de la nada, de la nada. Nada, que es lo que tenemos: nada.
Sin respetar siquiera aquello de que con el pan no se juega, se muestran dispuestos y dispuestas a discutir eternamente por aquello que a nadie nos importa un comino por mierda: la burocracia, la disciplina de partido. Pero, o yo me equivoco o los grupos políticos municipales en los que depositamos nuestro apoyo deben trabajar por nuestra ciudad y su ciudadanía. Sin embargo poco les importa demostrar con sus trámites inútiles y sus disputas inútiles, su incapacidad para resolver nuestros problemas. Quedamos a merced de un jueguecito político donde no somos más que un mal necesario para el recuento electoral. Basta vivir el menosprecio que nos muestran: al ocultarnos información, al darnos largas, al mentirnos, al someternos junto a sus partidos a voluntades que en nada aprecian las necesidades de nuestra ciudad. Y aquí estamos, y qué poco podemos esperar si seguimos por este camino.