Cultura

Esos extraños sonidos

Siento, en primer lugar, no darles cobertura sobre el comportamiento de nuestra selección de baloncesto durante este Mundial 2006. No es que el asunto no carezca de interés, con esta buena racha de resultados ya se asemejan al bueno de Alonso, pero desconozco casi todo en la materia, y mi mujer ya tuvo bastante que aguantar durante el fallido mundial de fútbol. Así que, no quedando otra, tendremos que hablar de cultura.
Muchos de ustedes sabrán que el pasado jueves tuvimos la fortuna de contar en nuestra ciudad con la Ensemble Espai Sonor, compañía que interpretó piezas del villenero Roberto López, entre tantos otros que parece que carecieron de importancia para la promoción del evento, que no para nuestro deleite. La Ensemble realiza una labor destacable que en contadas ocasiones podemos encontrar: la de promocionar la música de vanguardia, aquella llamada grosso modo contemporánea. Fue por eso todo un honor tener la oportunidad de presenciar una magnífica interpretación de las piezas de unos autores a los que difícilmente podemos tener acceso. La asistencia masiva, que superó con creces mis cálculos previos, tomó contacto en muchos casos por primera vez con esos extraños sonidos que provocaban instrumentos más que conocidos. El encuentro con estas abstracciones sonoras fue contundente, de tal modo que nadie quedó indiferente con la propuesta: desde quienes sintieron la velocidad y la materia de los sonidos, hasta quienes creyeron que se trataba de gatos callejeros en medio de una pelea. En cualquiera de los casos creo que es un encuentro que se debe producir en nuestras vidas: esos extraños sonidos son la expresión musical de nuestros días. Si tuviera que destacar alguna de las piezas, éstas serían las de Roberto López (cómo no) y la “Siesta” de Juan Manuel López, siendo este último un gran descubrimiento para mí que espero tener pronto entre mis discos. Y aunque las envidiosas campanas de Santiago y Santa María no dejaron de llamar la atención, fue una acertada propuesta que sin carecer de cierto riesgo tuvo con una buena acogida y un gran resultado. Merece la pena aceptar esos riesgos en nuestras programaciones.

Y aunque por motivos laborales no pude asistir al concierto de la Kinky Beat, aún tuve tiempo de acercarme al Brócoli Party 2ª Edición, donde disfrutamos como pocas veces en un ambiente agradable, unas instalaciones acogedoras y un acertado montaje técnico. Todo gracias a JRP, quien desmarcándose de los espacios habituales apostó por segundo año por el “móntalo tú mismo”, ofreciendo un producto que dista mucho de lo que encontramos en nuestra ciudad y que muchos jóvenes buscan fuera de ella. Buena música y “buen rollo” para terminar un fin de semana que parece ser el último antes de la última semana del año villenero.

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