Las primeras semanas de gobierno de la nueva coalición que gobierna Villena no han estado exentas de dificultades que, hasta el momento, han podido ser sorteadas con solvencia, dejando la impresión de que el equipo de gobierno tiene cintura, así como que comprende, acepta y respeta los mecanismos de funcionamiento en democracia.
Arrancó la legislatura con una patata caliente sobre la mesa: los cambios propuestos por la Junta Central de Fiestas respecto al desfile del Pasacalles, que generaron de inmediato un malestar entre los vecinos del Rabal. No obstante, la mediación municipal permitió alcanzar un acuerdo satisfactorio entre las partes, que fumaron la pipa de la paz y quedaron emplazadas a seguir trabajando conjuntamente en beneficio tanto de nuestras Fiestas como de nuestro casco histórico.
Más grave, en forma y fondo, es la polémica generada por la nueva protesta de los regantes alicantinos ante una posible supresión de la superficie de regadío en nuestra provincia, a la que no quiso sumarse el equipo de gobierno de Villena. Mas tampoco quiso oponerse, porque matices hay muchos y nadie quiere una guerra, sino mejorar las cosas. Así pues, una moción conjunta, consensuada con el PP y que defiende al tiempo los intereses propios de Villena la reducción de extracciones de los acuíferos y los de los regantes, ha permitido a nuestro equipo de gobierno salir airoso y otear un horizonte previsible donde el diálogo y el consenso pesan más que la protesta y la imposición.
Por último, y ante la posible celebración de la corrida de toros del día 7, algunos han querido ver contradicciones en el discurso Verde, lo que han aprovechado para lanzar un primer ataque contra el alcalde, Francisco Javier Esquembre, que ha tapado esas bocas apelando al sentido común y a las particulares condiciones de gobernanza que impone una coalición de tres partidos.
