De recuerdos y lunas

Estampas villeneras

Estamos en 1928. Cinco de septiembre. En el número extraordinario de "Villena Joven" que dirige Luis Ferriz García aparecen varias ilustraciones de Menor y de Cortés. De Menor –José Menor Domene, hijo de José Menor Hernández "El Aguaor" y padre de José Julián Menor Pastor y abuelo de José Menor Campos– hay varios dibujos de festeros. Entre ellos el de un Tercio de Flandes, un Labrador, un Marroquí, un Marinero, un Estudiante, un Romano, un Americano y un Cristiano que nos parecen interesantes para los estudiosos de la Fiesta. Sobre todo por la indumentaria. De Cortés, José Cortés Camarasa, hay tres caricaturas. Y también, ya que hablamos de artistas, una historieta de Hermógenes Esquembre, Hermógenes Ramón Esquembre Español, titulada "Un palizón". Pero centrémonos en las caricaturas de Cortés.

La primera caricatura que aparece es la del pintoresco Antón el Judío, Antonio Martínez Hernández, desaliñado mendigo local, soguilla ocasional de la lonja al mercado y persona muy desprendida respecto al trabajo. Porque nos cuentan que ganado lo suficiente para pasar un día, Antón renunciaba a la faena con generosidad: —Para que la aproveche alguien más pobre que yo —decía. El dibujo sirve para ilustrar unos versos de elogio a Antón escritos por el vate villenense Antonio Marín Requena, también caricaturizado en la publicación por Cortés y presentado a pie de dibujo como "inspirado poeta villenense". Verdaderamente lo fue.

La tercera caricatura que aparece es la de José Guillén Hernández al que Cortés dibuja con presencia muy refinada y estilizada. Como muy exquisita. Debajo de la ilustración se anota: "Excelente dibujante villenense, autor de la magnífica portada de este extraordinario." Dicha portada es una pintura en verdes y azules oceánicos sugestiva y moderna con el perfil de Villena al horizonte, ese perfil tan manido como hermoso e identificativo de la ciudad.

Precisamente la caricatura sobre Guillén realizada por Cortés y la portada del propio Guillén para este número de "Villena Joven" han servido a Telemaco Sistemas, a quien tanto debe de bueno la edición digital de EPdV, para compilar una tapa excelente para el libro "Estampas villeneras" que recoge un precioso texto de Guillén en el que se describen aspectos de la Villena de principios del siglo XX. Concretamente la Villena de 1910 a 1930. Estampas que tienen un gran valor antropológico porque son memoria precisa de las costumbres populares y de las gentes peculiares y notables en aquellos años vividos por Guillén en la infancia y la juventud. José Guillén había nacido en 1905.

Las estampas son diálogos o largos monólogos protagonizados principalmente por Anica y Pere. Dos viejos que recuerdan con nostalgia el pasado. Añorándolo. En estos diálogos, escritos en un villenero profundo, Anica y Pere describen desde los pregones de los vendedores hasta los personajes populares y relevantes, desde las costumbres atávicas hasta las propias de la época, entretenimientos y preciosas escenas cotidianas. Una mina para saber de nuestros antepasados. Esto es lo que hay –bueno y amable– en el libro. Porque el texto de Guillén es un texto amable. Se limita a traernos lo corriente. Al margen queda el runrún político que fue muy intenso en ese periodo. Sirva de referencia, por ejemplo, la huelga general de 1917, en agosto, que en Villena se vivió con tensión, heridos y muerte como muy bien nos ha contado en sus trabajos César López Hurtado. Esto, por ejemplo, no está. Porque las "Estampas villeneras" de José Guillén que hoy presentamos de la mano de Vicente Prats Esquembre y de un servidor, acompañadas por estupendos cuadros de pintores que han trabajado ex profeso para ellas, son memoria selecta de lo más querido.

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