Exención de Canon
La SGAE y el Canon digital aprobado por el Gobierno han dado, dan y darán para un chorreo inagotable de tinta digital. La batalla es tan crispante para ambos bandos (perdón, posturas) que los términos en que cada uno se dirige al otro ya abandonan las buenas maneras y optan por la proclama o la respuesta breve y contundente.
Desde el está aprobado por ley y tenéis que pagar hasta la acusación de ladrones lanzada por igual entre las partes en conflicto, indican que el asunto no va a quedar ahí. El tema no está zanjado. Por el momento cada grupo se anota alguna batalla a su favor, pero sabemos que ganar una batalla no significa ganar la guerra. Mientras, millones de hombrecillos y mujercillas marcados por una IP, continúan compartiendo o delinquiendo sin querer tomar conciencia de que es precisamente de ese asunto del que trata esta disputa.
En el encarnecido combate se olvida, como cuando se bombardea un punto estratégico cercano a una ciudad se olvida (se obvia) que el panadero no podrá trabajar al día siguiente, no podrá vender pan, no ganará dinero, no podrá comer; se olvida, porque en la guerra no podemos andarnos con miramientos, que la aplicación del Canon hace pagar a justos por pecadores. Se olvida (se obvia) que una parte del dinero de los cien cedés que compré para promocionar mi negocio sin música, imágenes o vídeos pertenecientes más que a mi trabajo irán a las arcas de por ejemplo la resucitada Britney Spears. La misma suerte correrá el porcentaje que usted pagó por su memoria USB aunque sólo la utilice para mover archivos desde el ordenador de su despacho hasta el ordenador de su casa. También pagará King África alguno de sus abrasivos atuendos con parte del dinero que usted destinó a la compra de deuvedeses para grabar las capturas de su último viaje. Soy reiterativo respecto a todo lo que se ha escrito sobre el asunto hasta el momento. Aún así reitero sumándome a todo lo ya expuesto por mentes de toda índole que el Canon toma como base la presunción de culpa de toda la ciudadanía en relación al uso que darán a cualquier soporte de almacenamiento de datos.
Pero dejando a un lado tal circunstancia individual, si me gustaría resaltar la necesidad de una exención del Canon para quienes de forma masiva y justificada vayan a utilizar soportes digitales para el almacenamiento de datos. La coherencia se impone frente a la injusticia de cobrar el impuesto a quien va a destinar cien, trescientos o dos mil cedés para promocionar su negocio, para difundir su trabajo (pongamos un grupo musical no asociado a la SGAE), o para realizar las copias de seguridad de su empresa. Si hay Canon
¡que sea justo!