Feliz año pre-electoral
Aunque no lo parezca y por mucho hastío que les provoque, este año 2018 es nuevamente un año electoral. No porque tengamos anunciada una convocatoria para acudir a las urnas, para eso faltan dieciocho meses si no pasa nada (y aquí nunca pasa nada: no hay suficientes condenas, ni suficiente dinero robado, ni suficientes recortes para que pase algo). El caso es que este año que ya pisamos sin ser literalmente electoral, sí es el año en que se encienden las cocinas políticas, el año en que se demuestra el buen juicio en el gobierno de cada municipio, en el que se finalizan proyectos y se asfaltan calles.
Y perdonen, queridas personas, que les felicite de este modo el año. Pero me temo que nos espera un proceso paulatino y progresivo destinado al buen adobo de nuestras carnes encefálicas. Los resultados catalanes, la recta final de algunos de los eternos juicios por corrupción, las tensiones entre ciertas coaliciones en gobiernos autonómicos y municipales, son motivos suficientes para comenzar una guerra de guerrillas, de pactos, de acusaciones, que preparará el caldo del próximo 2019, fecha que dará inicio a la carrera hacia los bastones de mando. No hace falta decir la paz que se respira en las salas de redacción de los medios de comunicación nacionales. Imagino que celebraron el cambio de año con una doble dosis de cava pensando que durante el presente año tienen el trabajo casi hecho, contando además con la tranquilidad que proporciona saber que sus errores, que hasta la manipulación más infame, cuenta con la aquiescencia de su público.
Aquí en Villena tendremos que ver como el grupo Verde, en su absoluta mayoría de gobierno, termina de resolver los asuntos pendientes. Pero no serán los del agua, ni los del Plan General de Ordenación Urbana, ni los de las vías. Esos son los problemas de siempre. Aunque resolverán otros, alguno tan vistoso como el nuevo Museo (del que me preocupa más en su día a día que su resultado arquitectónico). Por otro lado les queda aprobar una nueva ordenanza, la tercera, para imponer mayor burocracia al funcionamiento de la ciudad, de la que temo que al igual que sus predecesoras se pondrán en marcha los apartados que causen mayor incomodidad a la ciudadanía, dejando los más beneficiosos para el día en que le salga el primer pelo a la rana.
Afortunadamente para Villena, pese a Montoro y gracias a la gestión municipal realizada, las arcas están rebosantes y la deuda con las casas de usura es mínima. Esta situación podría traernos alguna sorpresa a lo largo del año, así lo espero. Alguna actuación que además del beneficio para la ciudad, prepare el terreno al equipo de gobierno de cara a las elecciones del próximo año.