Vida de perros

Festivales, turismo, cultura, juventud y fiestas

Pues bien, antes de que en esta ciudad nuestra pasemos a mayores y apenas nos quede otro tema de conversación que el relativo a nuestro modo de afrontar las Fiestas de 2017 y demás subterfugios, me gustaría participar con unas palabras en estos eventos a los que cada año afrontamos con mayor normalidad y que en cambio son profundamente extraordinarios. Me refiero a los festivales musicales Leyendas del Rock y Rabolagartija recién finalizados con, afortunadamente, nuevos éxitos (si por alguna insólita circunstancia le pasaron desapercibidos, podrá encontrar las crónicas, los testimonios gráficos y los datos en este y el resto de medios locales).
Pues bien, resulta que todos los datos de los que disponemos indican que los dos festivales musicales que se realizan en nuestra ciudad de mano de la empresa Sufriendo y Gozando, muestran un crecimiento tanto en su capacidad de convocatoria como en la satisfacción general de quienes participan de ambas actividades. Y con esto me refiero a la organización: oferta musical, ubicación, servicios… Con tales datos, no es de extrañar por tanto ese progresivo aumento en la asistencia. Algo que, presupongo, va ligado a la consolidación de las propuestas en una población concreta, la nuestra en este caso, lo que avala la seriedad del proyecto y marca una referencia geográfica. La continuidad de estos festivales en nuestra ciudad, como cualquier cosa en la vida, facilita corregir errores pasados, optimizar recursos y descubrir nuevas líneas de actuación. Eso es algo que veo en el trabajo que la empresa Sufriendo y Gozando presenta cada año. No así en la parte que nos toca como ciudad, como ayuntamiento.

Da la impresión de que existe cierto complejo de no sé qué en las relaciones municipio-empresa que se establecen con la realización de dichos festivales. No preguntaré nada abiertamente ni directamente porque de sobras conozco el silencio que recibiré a cambio (“sé transparente, recicla vidrio”, lo leí en el contenedor pertinente y me pareció una respuesta mejor que el silencio, tome nota gobierno Verde). Pero no me cabe duda de que existe cierto complejo, no sabría si decir ético o moral, o de inferioridad o de envidia de liderazgo (algo que curiosamente no ocurre con las actividades de nuestro emblemático barrio del casco histórico). El caso es que si claramente percibimos la evolución que Sufriendo y Gozando imprime a sus propuestas, no solo muestra de un trabajo continuado sino que además supone poner en riesgo –más todavía– su inversión económica, no ocurre así con la parte que nos toca: a todas y a todos, a nuestra ciudad, nuestro ayuntamiento.

Y hasta tal punto tengo tal impresión que llego a pensar en que está ocurriendo algo tan terrible como dejar que un proyecto tan cercano crezca y triunfe, mientras la ciudad lo acoge como mera espectadora incapaz de participar de esos éxitos, ajena, hierática, como una anfitriona que espera a que termine la fiesta para cerrar la puerta y seguir a sus cosas. No sé si así será menor el dolor de la despedida, o no sé qué, que me lo expliquen…

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