Vida de perros

Frivolidades

Comenzamos la semana con varios acontecimientos que enturbian la plácida monotonía informativa de la que gozamos diariamente. La gripe porcina procedente de México se impone en los titulares: el cerdo resulta un excelente caldo de cultivo para los virus, ya que además de desarrollar los propios puede alojar los de otros animales dando pie a la aparición de nuevos engendros desconocidos para nuestros científicos (y también para nuestras científicas).
Alrededor de esta desafortunada noticia encontramos otra que sirve como curiosidad: el movimiento de los inversores bursátiles, alejando su capital de los títulos referidos a empresas de vuelos, agencias de viajes, turismo, para arrimarlo a los títulos de las empresas farmacéuticas (gremio, como cualquiera sabe, destacado por su altruismo, condescendencia y piedad). Pero hablemos un poco más del negocio bursátil y de quienes a él se dedican. Qué dúctil es esta especie humana a los giros del destino, qué reflejos, qué eficiencia y qué asombrosa capacidad demuestran para distanciarse de la carne de sus congéneres. No es de extrañar la admiración que causan algunas de sus operaciones entre los defensores del liberalismo económico. A mí también. Tanta admiración como la que me causaron en su día las especulaciones inmobiliarias… de aquellos polvos… estos lodos…

La otra fotografía que ha desplazado nuestro pan de cada día (Crisis, Yak-42, Caso Gürtel, Fabra…) ha sido la del encuentro entre nuestra realeza y los Sarkozy generando titulares tan de prensa rosa, tan frívolos, que pueden llegar a generar envidias entre gentes como la flaca de los Beckham, por ejemplo. El rumor de que la cantante estaba interesada en mantener una breve y privada conversación con la periodista ha sido desmentido por ésta última, aunque mentes como la de Jaime Peñafiel (disculpen si no es el caso de Jaime, sería un error típico por hablar de oídas) puedan asegurar la veracidad del rumor o incluso ofrecernos el testimonio del desarrollo de tal reunión no contemplada en la agenda protocolaria. En todo caso resulta de interés tanto para mí como para ustedes, queridas personas, saber que el postre servido tras la comida del lunes consistió en una fuente con fruta del tiempo (no sé si para evitar la comparación entre los reposteros galos con los nuestros, Torreblanca incluido). Tal postre me resulta a mí un nuevo y revelador mensaje de nuestros monarcas al pueblo español: la fruta del tiempo, nacional y sana, es además de un sabroso y refrescante colofón de una buena comida, un producto de lo más oportuno para sobrellevar los tiempos que corren. Un guiño de nuestro capricho monárquico que muestra otra de sus utilidades: la de servir de ejemplo a sus siervos y siervas, a su ciudadanía, a los bolsillos que cubren sus gastos, esos gastos que ni siquiera Tardá consigue desvelar.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba