¿Cómo están ustedes?

Habemus Papam

Comenzando el año, mis colegas de "Edad de Oro. Los 50, un Tesoro" señalaban entre las coincidencias entre 1963 y 2013 que en ambos años los días de la semana concordaban. Esto es, que si este veintidós de marzo es viernes, el veintidós de marzo de 1963 también fue viernes. La renuncia de Benedicto XVI al papado ha venido a sumar otra coincidencia entre el año en que nacimos y el presente: La de ser un año de cambio de pontífice. Entonces por la muerte de Juan XXIII.

El tres de junio de 1963 fallecía Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII. "Las primeras sombras de la noche –publicaba La Vanguardia– caían sobre la Ciudad Eterna y los ojos de cien mil personas se dirigían hacia las llamas de las velas del altar, que eran como la vida del Papa que en aquellos mismos instantes moría, (...). El Papa moría con el pueblo a su lado, y la noticia se la llevaban cientos de golondrinas que surcaban la plaza de un extremo a otro. Eran las ocho menos once minutos de la noche."

Corría el quinto año de su pontificado. Sucesor de Pío XII, su llegada al papado, por su avanzada edad, se creyó sin mayores expectativas mera transición y... Lo fue. Pero en su más amplio significado transformador. Porque hay –entiéndasenos– una Iglesia antes del Vaticano II y otra después. Juan XXIII acercará la Iglesia al mundo. Su abrir ventanas para que entrara aire fresco supuso una renovación trascendental. Puede que para quienes temían cambiar, desconcertante; como desconcertante incluso para quienes deseaban los cambios.

Encíclicas como "Mater et Magistra" (1961) fueron voz para exigir desde la Iglesia un sistema social justo. Ésta aparecía el mismo día del septuagésimo aniversario de la "Rerum Novarum", primera encíclica social de la Iglesia. En 1962, anunciado en 1959 contra la voluntad de sectores conservadores, se iniciaba el Concilio Vaticano II. El último, Vaticano I, se había celebrado en 1869-1870. Con la convocatoria, Juan XXIII mostraba su voluntad renovadora por hacer una Iglesia útil a un mundo dividido por la Guerra Fría. El Muro de Berlín, levantado en 1961, materializaba la división entre dos sistemas antagónicos. Ninguno de los cuales evitaba la pobreza. Especialmente grave en muchos países nacidos de la descolonización. El temor a una tercera guerra mundial aparecía como espada de Damocles sobre la Humanidad. Crisis de los misiles, por ejemplo. Por otro lado, resultaba un mundo apasionante abriendo sus horizontes hacia el espacio. Pero también como empresa de rivalidades. Precisamente, en abril de 1963 veía la luz otra encíclica, "Pacem in Terris", donde Juan XXIII atendía el problema de la convivencia en el mundo de los bloques, preocupado por la carrera armamentística. Aquí recordaba a los fieles su compromiso con el mundo, invitándoles a participar en la vida pública, donde sus obras fueran coherentes con la fe.

A Juan XXIII le sucedió Giovanni Battista Montini, Pablo VI, que continuando el Concilio continuó la labor de su predecesor. Entre ellas la del acercamiento a los otros hermanos cristianos. Ecumenismo. En 1964 Pablo VI visitó Jerusalén, convirtiéndose en el primer Papa viajero. En el monte de los Olivos se reunió con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras, jefe de la Iglesia Ortodoxa. En 1965 visitaba la ONU donde instó a las personas a buscar la paz en su corazón: "La verdadera amenaza contra la paz no proviene del progreso tecnológico o del desarrollo científico, sino del propio corazón de los hombres." En diciembre del mismo año, se clausuraba el Concilio Vaticano II. El catolicismo, profundizando en sus orígenes, atendiendo el presente, se catapultaba hacia el futuro.

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