Habrá corrida el Día 7
Habrá corrida de toros el Día 7 de septiembre, en mitad de las fiestas matronales, en nuestra ciudad. Nos ahorraremos el circo veraniego al que ya nos habíamos acostumbrado: que sí, que no, que faltan papeles, que no sé quién no viene a la votación (o se abstiene), que ya casi que ya está, que al final no va a poder ser. No, este año no, este año vamos a tener toros (¡qué sería de unas Fiestas sin toros!). Se recuperará la arena para el ruedo, se solucionarán todas las deficiencias que presenta nuestra plaza para realizar un evento de este tipo, se pegarán carteles a lo largo de la comarca, de nuestra provincia y de las provincias colindantes, y habrá toros.
A mis abuelos les gustaban los toros. Sería muy largo el discurso que podría escribir para justificarles. Mis abuelos miraban los toros y los toreros en aquellas pequeñas televisiones de pantallas convexas, y yo pequeño, sentado en el suelo, jugaba a la guerra con unos muñequitos verdes que vendían en sobres y venían unidos a una estructura de plástico de donde los tenías que liberar. Como los muñequitos del sobre de la Segunda Guerra Mundial no eran suficientes para diseñar una buena campaña bélica, tenía que incorporar otros salidos de un sobre de indios y americanos. Había un soldado con una metralleta y una rodilla clavada en el suelo que era capaz de cargarse un sobre entero de indios y americanos. Al contrario que aquellos toros negros moviendo a lo largo de la arena su media tonelada de peso, sucumbiendo a toda una serie de castigos.
Una amiga durante un aperitivo me habló acerca de la liturgia del toreo. Yo la entendí, aunque ella me repetía que no la entendería. Pero soy gente de teatro, conozco los rituales, la catarsis, los tiempos, los significados. Ella presentaba todo un universo de ofrenda y misticismo. El problema no era que yo, que no asisto ni comparto el mundo taurino, no lo comprendiera. El problema era y es que no lo comprenda el grueso del graderío. El problema sería el mismo si a una celebración religiosa acudiera el personal cargado de vino por dentro y por fuera, y si además su interés manifiesto fuera puramente festivo.
Para mí es una mala noticia
, saber lo que ocurrirá el próximo siete de septiembre. Torturar y sacrificar seis musculosos animales en la plenitud de sus vidas para regocijo del auditorio. Torturar y sacrificar seis bellos animales sin honores mediante, sin respeto, sin celebración, me parece cosa de una raza despiadada y salvaje. Morder el bocadillo de chorizo mientras seis arpones merman la bravura de un animal y la sangre brota como una fuente resbalando por su espalda
Digan lo que digan acerca del Arte y del Oficio, yo todo lo que puedo llegar a conceder en comparación sería presenciar Hamlet estando expectante de las muertes sin escuchar entre tanto una sola palabra.