Viéndolas pasar

¡Hala Madrid!

Que no se pongan nerviosos los culés que no voy a hablar de fútbol. En realidad quiero contarles parte del viaje que he realizado a Portugal, y más concretamente la vuelta, porque la considero muy ilustrativa de las consecuencias que puede tener la política autonómica española. ¿Qué tiene que ver? Lea…
Después de atravesar Portugal hasta llegar a Espanha seguí cruzando los “Campos de Castilla” con tranquilidad hasta que me incorporé a la AP6 en dirección Madrid, y no digamos nada cuando desemboqué en esa locura que denominan M-50 y M-40. Vamos, que Alonso sea campeón es anecdótico comparado con los “méritos” de los conductores madrileños. Desconocía las prestaciones de esos taxis hasta que les he visto hacer unos zig-zag imposibles. El tráfico cambia a razón de 15 veces por segundo. Como te entretengas leyendo los luminosos que dicen “Campaña del control de uso del cinturón”, que después cambian y pone “También en los asientos traseros”, puedes llevarte por delante al Ibiza que se ha materializado justo delante de ti. Total, que llego a la A-3 y digo eso de ¡Hala Madrid!

Tranquilo paso por delante de una Unidad Tributaria Móvil, más conocida como radar, que se encuentra por nuestras carreteras. Pienso. Calculando, esto debe costar una pasta entre sueldos, vehículos y equipamiento. ¡Qué rentabilidad no tendrá! A ver si privatizan el servicio y me hago con una concesión administrativa. En ésas encuentro un anuncio: “Obras en el carril izquierdo”, circulo lentito por el otro y allí, zas, otro cartel: “Obras en el carril derecho”. España es un país surrealista, pero tanto no puede ser. Pues sí: paro; delante unos señores discutían… Perdonen, si ambos carriles están en obras, ¿por dónde pasamos? Uno explica: este carril es obra del ministerio y me han dicho que empiece aquí, justo donde acaba la otra, competencia de la Comunidad Autónoma… Nosotros somos unos “mandaos”. Pues estamos bien. De reojo veo un coche de la Policía Local y pregunto al guardia: Perdone, si quita el coche, tal vez podamos pasar por el arcén. El hombre, tranquilo, me dice: Ni pensarlo. El arcén es competencia municipal y el alcalde no se atreve a contrariar ni a la comunidad ni al ministerio…

Superado el trance, seguí circulando y leo un letrero que decía: “Modere la velocidad.” Y aparentemente averiado, a continuación: “También en los asientos traseros”. Mi coche es un buen coche pero les juro que yo no sé cómo moderar la velocidad sólo en los asientos delanteros; a diferencia de las CC.AA, yo voy en bloque, todo a una.

Después, en el linde de dos provincias, me sentí como Beckham: dos flashes procedentes de sendos coches aparcados seguidos en el arcén. Me paro porque me mandan parar y me dicen que superaba el límite de velocidad. ¿Por eso dos flashes? Sí, es que el coche de atrás depende de una provincia y el de delante de otra. Pues estamos “apañaos” con las competencias. ¿De qué se ríe Vd.?, me dice un agente. “Mire, soy del Estado Libre Asociado de Villena y no reconozco más autoridad que la de su Policía Local.”

Llegando a casa pasé cerca del pueblo del que lo es de las tres mentiras, Montealegre del Castillo, pues ni tiene monte, ni es alegre ni tiene castillo, eso dicen. Y ya en Villena, llego a la Plaza de Toros, recuerdo el Centro de Ocio, veo un cartel reclamando el Trasvase y me encuentro un atasco que ríanse de los de Semana Santa en la M-40. Dichoso paso a nivel. Me acordé también del soterramiento y no pude evitar recordar lo que se dice de Montealegre.

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