Editorial

Hartos de una crisis que ni nos va ni nos viene

Por cuarta vez en los últimos siete meses nos vemos en la obligación de dedicar estas líneas a la crisis abierta en el Partido Popular, que esta semana ha alcanzado su punto álgido con la rotura de la disciplina de voto en el Pleno y toda la avalancha de reacciones que han sucedido a este hecho: la retirada de delegaciones y sueldos de los implicados por parte de la alcaldesa, unas declaraciones sin precedentes por su rotundidad y dureza por parte de los ediles campistas y un alud de opiniones, foros, comentarios e intervenciones que ya veremos cuándo termina.
Desde que el pasado 5 de diciembre diéramos la primera información sobre la crisis popular hemos atravesado varias fases bien distintas: en un principio insistimos en subrayar que “lo que suceda en el seno del PP es problema única y exclusivamente del propio PP”, advirtiendo no obstante del riesgo de las “consecuencias que se puedan derivar para Villena, pues difícilmente se puede trabajar bien cuando no hay comunicación entre la Alcaldesa y muchos de sus concejales”.

Posteriormente, llegamos a plantear que “Villena no se merece esto”, apuntando con pesar que “resulta extremadamente difícil comprender cómo ha sido posible dilapidar, en apenas 20 meses, la mayoría absoluta más grande conocida por Villena […] que ahora tiene gobernantes que no se hablan entre sí y que dedican su tiempo, en lugar de a trabajar por quienes les pagan, a conspirar y malgastar sus energías en una guerra interna que, a quienes no somos del PP, ni nos va ni nos viene”.

Visto que nadie en el Partido Popular de Villena, ni tampoco en su entorno, era capaz de poner orden en semejante desbarajuste, reclamamos entonces que las instancias superiores del partido dieran un golpe en la mesa de una vez, ya que advertíamos que el Partido Popular de Villena camina hacia su autodestrucción, lo cual sólo es asunto suyo. Pero en estos momentos –decíamos el pasado mes de abril– el PP gobierna nuestra ciudad, y nos preocupa, y mucho, que pueda arrastrarnos a todos en su caída.

Estamos ya en julio. Y las cosas no han mejorado, sino todo lo contrario. Por eso hemos querido darle la voz al pueblo y cederle nuestra portada, con el objetivo de que alguien, en algún despacho, en algún partido, en algún organismo oficial, se dé cuenta del daño que se está haciendo a nuestra ciudad y a sus instituciones, secuestradas por una batalla interna que debería avergonzar a todos aquellos que dicen amar a su pueblo.

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