Hasta la Coronilla-Virus
Nos saturan a noticias más repetitivas que el pepino, llegando, por ende, hasta el puñetero hartazgo
Siempre que ocurre un suceso transcendental, los diversos medios de comunicación, con tal de que estemos bien informados, se dedican a tatuárnoslo bien tatuado en el cerebro. Se está viendo esto con el ‘¿apocalíptico?’ coronavirus. Como si de un bucle se tratase nos saturan a noticias más repetitivas que el pepino, llegando, por ende, hasta el puñetero hartazgo.
Y, no podía ser de otra manera, salen los vivillos de turno a enredar más la madeja. Con un interés propio (peseteril en todos los casos) se van por bulerías e inventan bulos de esos que se han dado en llamar ‘fake news’, que no son otra cosa que mentiras cochinas, hablando en la lengua de Cervantes.
La finalidad de verter por doquier todo tipo de embustes y remedios de la abuela no es otra que los crédulos, léase atontaos, se rasquen la buchaca comprando compulsivamente cosas que, aparte de absurdas, sirven para absolutamente nada. Bueno, no sirven para el comprador, aunque sí para que el embaucador engrose en gran medida sus ahorrillos.
De todas las falsedades subidas a las redes, la que más boquiabierto me dejó fue la que aseguraba que la cocaína curaba los efectos del virus (narices hay que tener para creérselo). Todo lo falso que quieras, pero a mí también me da que tendrá más adeptos, o adictos, que otras imbecilidades escritas que tampoco son moco de pavo.
Otros afirman que en poder del magnate Bill Gates está la patente del coronavirus, así como la vacuna desde, dicen, el año 2015. Pues claro que sí, como tal personaje se pasea por ahí con una mano delante y otra detrás, pues no tiene otra que crear una epidemia pa’ salir del bache. Si es que...
Puestos a no ser menos, el Ministerio de Sanidad también lo borda: en la comunidad de Madrid se centra el foco del virus en Torrejón de Ardoz. Pues bien, el portavoz de tal ministerio, muy juicioso él, suelta a los cuatro vientos que susodicho foco ‘pudiera’ provenir de la iglesia evangelista, poniendo estos -nunca mejor dicho- el grito en el cielo. Razón no les falta.
Y como entre tos y tos me encuentro soberbio, éste que lo es se va no sea que lo vayan a engañar como a un chino. Lo dicho, y el vociferante ese del ‘¡Arrepentíos!’ sin aparecer. Hasta más ver, pues. ¡Au!
Por: Tony Piojo