Hijos de Mr. Marshall
No crean que voy a dedicar esta columna a hablar de los hijos que Mr. Marshall tuvo con su señora o con quien corresponda. No voy a hablarles de los hijos de los norteamericanos que pasaron de largo por Villar del Río en la famosa película de Berlanga. Pero sí intentaré establecer ciertos paralelismos relativos a esta singular situación. Voy a hablarles de la pleitesía que en muchas ocasiones una población como Villena rinde a esos modernos mister Marshall que recibe nuestra ciudad. Señores o señoras famosos en el mejor de los casos por su actividad artística, que toman una ciudad como conejo de indias para realizar sus previos antes de lanzar al mercado sus productos.
Y si el año pasado tuvimos que padecer las atenciones que La soga necesitaba para levantarse y realizar su estreno nacional, este año ha sido el cierre de La venganza de don Mendo el que hemos tenido que sufrir.
Cierto que muchos de ustedes se preguntarán a qué viene esto, si no será un orgullo para nuestra ciudad que la grabación del espectáculo presentado se realice en nuestro teatro. Ya dice el refrán que para presumir hay que sufrir. En este caso el citado sufrimiento se definía con la incomodidad que supone la asistencia al espectáculo no sólo con el patio de butacas iluminado durante toda la representación sino con continuas subidas y bajadas en la potencia de estos focos, acrecentadas cada vez que había risas o aplausos y disminuyendo a medida que estos cesaban. Pueden imaginar, a simple vista, lo que puede influir esto en cuanto a pérdida de concentración en el espectáculo, por otra parte plagado de dichos momentos. Desde otro punto de vista, este más especializado, les hablaría de la ruptura de la semiótica, del lenguaje teatral de la representación, ya que dichos cambios de iluminación serían significantes pues harían recaer nuestra atención bien en nosotros mismos, rompiendo la ficción escénica, bien preparando una escena a desarrollar en el patio de butacas.
Si es necesario aguantar esta serie de tropelías para salir en televisión, en caso de que esto suceda, o para que se hable bien de nuestra ciudad, tendríamos que valorar hasta donde estamos dispuestos a pagar, y por supuesto no hablo de dinero. Tendríamos que pensar, por ejemplo, qué vamos hacer en caso de que algún día venga a Villena Tiger Woods, ¿construiremos de prisa y corriendo los 18 hoyos necesarios para que se juegue unas partiditas?
El caso es que en mi lucha personal sigo prefiriendo apostar por, entre otros, Atra Bilis, compañía formada por Angélica Liddell y el villenero Gumersindo Puche, que el próximo día 18 a las 2230 presentarán en el teatro Arniches de Alicante su propuesta Y como no se pudrió
Blancanieves, dentro de la XIII Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos. La compañía ya pudimos verla en la anterior muestra con Y los peces salieron a combatir contra los hombres, reflexión acerca de la España más oscura y su relación con los inmigrantes. En este caso, Blancanieves, niña-soldado, será el símbolo del horror de la guerra. De los niños que aprenden a relacionarse con el mal a punta de machete o a cambio de un plato de comida. Quizás será un tipo de teatro diferente, sin grandes medios, pero preocupado por el arte y preocupado por el mundo que lo rodea. No piensen, se lo aseguro, si dudan en asistir a la representación, que se encontrarán ante un espectáculo oscuro e incomprensible, moderno en el sentido despectivo. Yo apostaría, más bien, a que se enfrentarán a una verdadera pieza artística.