Abandonad toda esperanza

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Abandonad toda esperanza, salmo 397º
Así se titulaba el segundo volumen de memorias de Ingmar Bergman, que fue uno de los primeros libros sobre cine que leí en mi vida gracias precisamente a la Biblioteca Municipal de Villena (el primer tomo, Linterna mágica, lo recuperé poco después). También se llamó así una de las películas más crípticas de un cineasta en principio tan poco críptico como Robert Altman, que adaptaba un libro escrito por la actriz Susannah York y donde ella misma encarnaba a una mujer esquizofrénica que sufría de alucinaciones y paranoia. Y también sirve, puestos a sablear al personal, para titular esta columna sobre libros que se caracterizan por contar con imágenes como uno de sus elementos primordiales.

El día en que escribo estas líneas me levanté de la cama con dolor de cabeza y mucho sueño; quiero decir más sueño de lo habitual, porque de normal no suelo dormir demasiado y a primera mañana siempre echo en falta un par de horas más de letargo. Y precisamente cogí para leer, sin que fuese premeditado puesto que lo elegí el día anterior, un libro de Haruki Murakami titulado Sueño. Murakami es el ejemplo paradigmático de ese perfil de escritor de culto que levanta pasiones en una minoría selecta de iniciados que lo proclaman, a medias con la prensa, candidato eterno al Nobel de Literatura... pero que de buenas a primeras se convierte en conocido por el gran público (el gran público lector, quiero decir) para que, a partir de entonces, se ponga de moda ponerlo a caer de un burro tildándolo de autor mediocre que ha sido sobrevalorado en exceso. Qué quieren que les diga, a mí me gusta lo mismo (es decir, bastante) ahora que antes, y he disfrutado de este Sueño una barbaridad. Decía Andy Warhol, a la hora de justificar su película experimental Sleep -más de cinco horas del poeta John Giorno durmiendo-, que por aquel entonces (comienzos de los años sesenta) y por culpa del uso generalizado de anfetaminas "el sueño se estaba convirtiendo en algo bastante obsoleto" y una actividad en principio tan necesaria como dormir amenazaba con desaparecer del todo. Eso es lo que le pasa a la protagonista de este relato -porque no deja de ser un relato, aunque publicado de forma independiente-: una mujer que, de buenas a primeras, deja de sentir la necesidad de dormir sin sentirse mal ni enfermar por ello.

Cualquiera que haya leído novelas espléndidas como Sputnik, mi amor o Kafka en la orilla se imaginará de lo que es capaz Murakami con esta premisa. Pero esta vez el mérito no es únicamente del escritor japonés: la edición, espléndida (como siempre que hablamos de Libros del Zorro Rojo), cuenta con ilustraciones de Kat Menschik, que para el que esto firma ha supuesto todo un descubrimiento. La artista alemana, que se ha encargado de ilustrar otros dos textos del autor, Asaltos a panaderías y La inquietante biblioteca (y que espero se publiquen también aquí), nos ofrece su particular visión del texto al que las ilustraciones, más que acompañar, complementan, y donde los animales y los objetos (un bolso, una tableta de chocolate, un ejemplar de Anna Karénina) discurren de forma paralela al texto y casi con vida propia. Un inciso: no sé si Menschik habrá leído a Charles Burns, pero encuentro algunas concomitancias entre su fascinante universo visual y el de obras maestras del cómic como Agujero negro.

Otra ilustradora a la que no hay que perder de vista es Ana Juan: cualquier obra que cuente con la firma de la valenciana es para quitarse el sombrero, ya sea una adaptación literaria tan peculiar como las que hizo del cuento Blancanieves y la novela Drácula (Snowhite y Demeter respectivamente), ya sea una antología de ilustraciones sobre un tema común como Amantes, que se publicó por vez primera a comienzos de siglo por la editorial (creo que ya desaparecida) 1000 Editions y que ahora recupera Edelvives para inaugurar, junto con la versión ilustrada del muy vendido Seda de Alessandro Baricco, su colección Contempla (cuya naturaleza, imagino, no tendré que explicarles dados su nombre y referencias). Conste que el libro en cuestión no es una mera reedición del anterior, sino una reestructuración exquisita de aquel en la que los versos que acompañan a los dibujos acaban componiendo once historias sobre otras tantas modalidades del amor, y que acaba siendo una obra para leer, releer y contemplar con fruición; además de, probablemente, un libro terapéutico. Lo digo porque al final se me pasaron el dolor de cabeza y el sueño. O eso, o ha sido Murakami.

Sueño y Amantes están editados por Libros del Zorro Rojo y Edelvives respectivamente.

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