De recuerdos y lunas

Inefable Trujillo

En estos días, después de ver en la Scala de Milán, en la representación de "Aida" de Verdi, a un Radamés en vaqueros y camiseta, porque al divo Roberto Alagna le molestaron unos pitos del público y se escapó súbito del escenario con traje y todo, sólo nos ha faltado escuchar a la inefable –hoy sí decimos el epíteto– Trujillo, Ministra que se sepa de la Vivienda, justificando al movimiento okupa en Barcelona. La Ministra ha venido a comprender al colectivo contestatario al definirlo como un "estilo de vida diferente", como "alternativa"; muy extendida además en algunas ciudades europeas como Berlín, Londres y Ámsterdam. Como si el estar más o menos generalizada una cosa en Europa, y concretamente en tan cosmopolitas ciudades, otorgara patente de excelencia.

Así, los que no terminamos de apreciar el que no se respete la propiedad privada habremos de ser todavía, al alejarnos de lo visto como común europeo, muy carpetovetónicos. Pero esta costumbre de elevar lo europeo, o lo que aparenta europeo, a la perfección, nos suena a paletismo muy agudo, herencia y lastre de cuando nos convencieron de que África empezaba en los Pirineos. La Ministra se cree que por decir "europeo", está bien, resulta atractivo. Y por tanto justificado. Sorpresa tras sorpresa es lo que nos trae siempre Trujillo. Que parece que la hayan puesto para hacer un poco de Circo. Porque un día fue aquello de la "casa sostenible". Iniciativa que dijimos loable pero que como se hace con lenguaje de chamán, y es como decir "casa verosímil", no nos dice nada. Porque, o se determinan con claridad las alcayatas de lo sostenible, o tendremos que seguir metiendo el ladrillo en la cisterna. Otro día fue lo de las "soluciones habitacionales" o minipisos –o "apretrujillos"– al tiempo que se desvelaba que su renovado despacho, frente a los 25 ó 30 metros cuadrados de las "soluciones habitacionales", ocupaba, él solo, 77 metros. Y otro día lo de las Keli Finder, las zapatillas que te ayudaban a buscar piso. Y otro día lo de la fachadística, aquello de que mirando a los carteles en las fachadas de los edificios se podía corroborar un cambio de tendencia en el mercado inmobiliario y que nos dio, junto con lo de las zapatillas, para escribir "Mierda que pisas". Y ahora, las declaraciones de anteayer comprendiendo la filosofía okupa como forma de vida.

No digo yo que no lo sea, lo que me choca es que quien debiera preocuparse por garantizar una vivienda digna a quienes la precisen, salga con estas reflexiones. Porque oída la Ministra se puede deducir que el problema de quienes buscan vivienda no es un problema de jornal ni de ahorro, sino un problema derivado de las maneras de vivir. Y lo que nos pasa es que por no ser okupas, somos unos clasicorros. Y muy burgueses. O con anhelos burgueses. O burgueses frustrados. Y nos empeñamos en conseguir techo y paredes empeñándonos. Yendo a un Banco o Caja a hipotecar medio sueldo, o más, y mucha vida. Esto en vez de, como en algunas ciudades europeas que dice la Ministra, pegar una patada a la puerta, con esas botas gruesas que gastan algunos okupas, y conectar la luz a una farola.

María Antonia Trujillo Rincón, la ministra que ha elevado su segundo apellido a "solución habitacional", ha venido a comprender a los okupas. Esta sintonía con los antisistema sólo se explica desde quien en un ejercicio irresponsable ha de sentirse también okupa en un Ministerio que se ha propuesto el ser inútil. Tan inútil, al parecer, como el empeñarse en comprar un piso.

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