Editorial

Investidura con sorpresa

Este sábado, a las 12 horas, en el Teatro Chapí, tendrá lugar la sesión de investidura de la nueva Corporación Municipal, que desde ese momento estará presidida por la nueva alcaldesa de Villena, Celia Lledó, y gobernada por los otros once concejales que el Partido Popular obtuvo en las pasadas elecciones municipales.
No obstante, dichos concejales no serán en su totalidad los primeros componentes de la lista, sino que existe una “baja” de última hora cuanto menos sorprendente. Evaristo Velló, número 10 de la candidatura, ha renunciado a su acta de concejal por motivos laborales, ya que en su trabajo no se habían preparado para afrontar su sustitución. Esta argumentación, la oficial, más que despejar dudas las acrecienta, ya que resulta difícil pensar que un candidato pueda ocupar la décima posición en una fuerza política como el Partido Popular sin contemplar la posibilidad, real, de ser elegido concejal. Además, encuestas internas manejadas por el PP semanas antes de las elecciones reiteraban esa posibilidad, como confirma la propia alcaldesa, Celia Lledó, en la entrevista que ha concedido esta semana a El Periódico de Villena: esperaban mayoría absoluta, es decir, un mínimo de 11 concejales. Queda por ver, con todo, la posibilidad de que Velló acabe disfrutando de un cargo de confianza para, como aparejador, aportar sus conocimientos en el área de Urbanismo, departamento que entre otras cosas tendrá que acometer la revisión del Plan General de Ordenación Urbana.

En cualquier caso, este hecho pasará pronto a la categoría de anécdota, y será Juan Francisco Richart Forte, número 13 de la candidatura, el nuevo edil con delegación del Partido Popular. Richart y el resto de sus compañeros, encabezados por Celia Lledó, tienen ahora la obligación de ponerse a trabajar y tomar el pulso lo antes posible a la compleja tarea de la gestión municipal, ya que los compromisos adquiridos son muchos y la responsabilidad en su labor, enorme.

Con todo, no ha llegado aún la hora de reclamar y exigir resultados. Las primeras semanas de trabajo –los clásicos 100 días– no serán más que una toma de contacto con la realidad de las cosas, con los trabajadores municipales y con el día a día. Así, los meses de verano serán aprovechados por todos los ediles para asumir sus competencias, ponerse al día y comenzar a planificar y desarrollar su trabajo. El inicio del curso político, pasadas las Fiestas de septiembre, será otro cantar. Entonces ya no se podrá hablar de anécdotas ni excusarse como un recién llegado. Será el momento de trabajar y cumplir con lo prometido. Mucha suerte a todos.

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