Juan Carlos y Dióscoro
Estos dos villeneros de pura cepa no han tenido vidas fáciles, todo lo contrario. Evoluciones personales diferentes pero con cicatrices profundas de los azotes imprevistos de la vida. Desengaños, frustraciones, golpes en seco a proyectos vitales, amores rotos, sueños desvanecidos, períodos de incertidumbres, abandonados por sus fuerzas por azares caprichosos, desánimos cotidianos y levantarse sin esperanzas. Curtidos de seguir caminando tras fracasos personales, resistentes a reiteradas desgracias, supervivientes de enfermedades y accidentes, la música les unió. En realidad siempre estuvieron relacionados con ella desde los tiempos tiernos de la infancia, pero como siempre hay sorpresas tras una esquina se encontraron con sus viejas guitarras.
Desde aquel encuentro casual amigaron entre acordes y experiencias musicales, ensayaron en horas nocturnas acompañados de infusiones, cafés o cervezas y se tomaron esa unión como un proyecto enriquecedor, pues mataban sus horas de ocio componiendo, recomponiendo, inventando, dibujando siluetas en imaginarios pentagramas. Con ese vínculo artístico espantaron sus propias pesadillas y se retroalimentaron de beneficiosa terapia. Decidieron un día salir de sus cuatro paredes y exponer sus habilidades, y su primera aparición con público fue el año 2012 en un evento en el restaurante El Mirador de Las Cruces.
Han compuesto cerca de cuarenta temas y cada uno aporta lo que sabe, fusionándose con las voces de sus guitarras españolas mientras los bailes de sus dedos descepan melodías. Alimentados por el folk, los clásicos de la guitarra española, repuntes del medievo, estilos sicodélicos, expresiones de tendencias de new age han desembocado los dos en un tándem de carácter intimista, con acompañamientos y solos que invitan a huir del estrés.
De vez en cuando hacen bolos allá donde les llaman: cafeterías, bares, actos organizados al aire libre, y ya llevan veinticinco laxantes actuaciones. Estos últimos días Producciones Ferquiam grabó, en sus estudios, los últimos temas compuestos, estando ya algunos colgados en Internet. El interés de este artículo no es otro que un compromiso fraternal, pues soy hermano de Dióscoro y en una osadía pretenciosa he decidió echarles un cable, pues el sonido lo ponen ellos.
Así que, metidos en un mundo globalizado y competitivo, desleal y poco altruista, ruidoso y estridente, con locales donde predominan televisiones encendidas a todo volumen, canales de música comercial o músicas que espantan al personal, lo que ofrecen Juan Carlos y Dióscoro es cruzar otra frontera absolutamente distinta, música relajante, instrumental e intimista para ambientes agradables que detestan lo fragoroso.
De modo que si usted tiene un local y mientras sus clientes conversan suenan unas guitarras españolas con sonidos apaciguadores, probablemente no se arrepentirá. A lo mejor solo se conforman con la cena.