El Diván de Juan José Torres

Jubilaciones

Miren ustedes por dónde, recibo, de vez en cuando, alguna crítica por mis públicos comentarios. Me tildan de excesiva dureza y cierto sarcasmo a quien pongo como hojicas de perejil. Pero procuro no perder la compostura porque no me invento nada. Sin ir más lejos, voy a despellejar a dos expresidentes de nuestra sufrida nación: Felipe González y José María Aznar, que lideraron a partidos opuestos e implantaron políticas distintas. El primero nos subió al tren de la OTAN y el segundo nos embarcó en la guerra de Irak. Tal para cual, por mucho que se desmarcaran el uno del otro.
Ambos, qué pesadilla la nuestra, cobran por ser lo que fueron en torno a 80.000 euros brutos anuales, resultado de una pensión vitalicia que reciben los Ex, por más que sea insolidaria e injusta. Estos pensionistas se dedican además al duro menester de la tertulia y la conferencia, ardua faena que, por provocarles ardores estomacales, reciben otros pellizcos compensatorios. Y no satisfechos con su modesta pobreza aceptan sus fichajes por grandes compañías antaño estatales: Felipe en Gas Natural Fenosa y el bien peinado y tintado José María en Endesa, a razón de 126.000 euros brutos el primero y 200.000 el segundo.

Cuando estos desgraciados sin escrúpulos hablan sobre ajustes, reformas laborales y pensiones, medidas contra la crisis, técnicas para apretarse de verdad el cinturón, qué quieren que les diga; porque me produce más indignación que estupor, les privaría de sus beneficios y privilegios, les daría un pico y una pala y a cavar hoyos, para que sepan lo que vale un garbanzo. Con tanta cara dura rellenarán legalmente sus bolsillos, claro; pero entierran cada vez más cualquier atisbo de crédito a la clase política. Impostores bien vestidos, bien hablados, charlatanes falsos y presuntuosos, ¿osáis hablar de democracia y de justicia?

Paralelamente el Gobierno, con sus medidas contradictorias, financia a las Cajas de Ahorros a través del dinero público del Frob. Incentivos que emplearán estas entidades para regalar a sus mejores clientes sartenes, ollas, televisiones plasma, últimas generaciones de móviles y demás entretenimientos. Servirán también estos aguinaldos para prejubilar a empleados, desde los 55 años, con el 90% del salario. Bien es cierto que tengo gentes en el sector que aprecio, pero no por ello voy a dejar de hacer mi pública denuncia, porque agravia comparativamente a una gran parte de los currantes de este país. Y CC.OO. y UGT mutis para que no entren moscas.

Al resto de mortales trabajadores, autónomos, funcionarios, asalariados por cuenta ajena, nos espera por Ley una ampliación de la edad de jubilación hasta los 67 años, como si el desempeño de nuestras tareas hubiera provocado algún delito y nos castigaran por ello. Tendremos que trabajar dos años más para que los zánganos arriba mencionados, y miles como ellos, vivan un pelín más cómodos. Por si esto fuera poco, el cálculo de las pensiones proponen aumentarlo de los 15 años actuales a los 25, lo cual significa que, si llegamos intactos, recibiremos menos porque los primeros años se cotizaba menos, los que sufran despidos que recen y si fallecemos antes, más ahorro para parásitos y gandules.

Así las cosas comprenderán mi excesiva dureza y el cierto sarcasmo. Al fin y al cabo nunca entenderé que para salir de la crisis se sacrifique a unos para beneficiar a otros. Los cambios estructurales deben iniciarse de arriba abajo, no desde abajo para no llegar nunca arriba, si es que se quiere dar ejemplo. Si no es así que no me cuenten más historias, que los cuentos ya no dan de comer. De modo que manipuladores, demagogos, fabulistas del cuento y la política, reformistas, embusteros, dirigentes banqueros y financieros de postín, Felipe y José María, ¡váyanse a la mierda! Y ahora sí. Ahora llévenme ante el juez antes de que se jubilen.

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