La caída del Tripartito
Con casi un mes de retraso respecto al plazo ampliado, el alcalde de Villena don Francisco Javier Esquembre, perteneciente a la formación Verdes de Europa, ha comparecido en rueda de prensa para responder al envite lanzado a finales de agosto por el Partido Socialista de Villena, uno de sus socios en la coalición de gobierno. Dos meses entonces que han o deberían haber mantenido a nuestra población en vilo, dos meses de arbitraje, posibles compensaciones, que tristemente han concluido en una respuesta barata y estéril. Una respuesta tan desnatada que solo parece apuntar a una ampliación de plazo (quizás por aquello de que el tiempo todo lo cura).
Pudimos el día D leer en algún sitio que tras las declaraciones del señor Esquembre el balón volvía a estar en el tejado del PSOE local. Y quizás eso esperaba él y su grupo
No, imagino que no. De hecho la jugada del grupo socialista no esperó ni siquiera a una valoración de la propuesta de Alcaldía, sino que de forma inmediata presentaron en el Ayuntamiento las renuncias a sus delegaciones, rompiendo así el actual pacto de coalición para el gobierno de Villena. De forma inmediata, sin atender a razones
Como se debe hacer cuando después de un agravio se toma una decisión y se anuncia públicamente, se conceden plazos, se reflexiona, se mantiene la decisión y aún así se recibe la invitación para formar parte de una pantomima ilusoria que ni corrige ni compensa las ignominiosas circunstancias. Quizás por eso el PSOE local, conocedor de la decisión del grupo Verde, afortunadamente decidió no andarse con (más) rodeos y en lugar de continuar acumulando acusaciones de debilidad, incapacidad, incluso cobardía, se inclinó hacia la presente resolución, en este caso la alternativa más humana y honorable.
Lo que no entiendo es por qué el grupo Verde consideró quizás la postura socialista como un exabrupto circunstancial en lugar de contemplarlo como lo que era: un ultimátum (resolución perjudicial para el grupo a quien va dirigida). Lo digo porque cuando el señor Esquembre dijo que no aceptaría de ningún modo un ultimátum, que ante todo apostaría por el diálogo, que Villena era (es) lo más importante, quizás descuidó la atención del tablero de juego: allí donde la ciudadanía podíamos ver que las condiciones del PSOE debían ser firmes e irrevocables; y que cualquier laxitud en la postura exhibida equivaldría a desprestigio y a desconfianza en sus ideas y en su fuerza. Y con tales posiciones en el tablero de juego, con el señor Juan Richart de VCD a un lado, con el grupo socialista de otro, con más de un mes de plazo ampliado, me temo que la peor de las alternativas es la anunciada, la de tomar el camino de en medio. La que supuestamente protege al débil del abusón. Entonces, ¿qué se esperaba de un agraviado al que además se trata de déspota e intransigente? ¿Qué otra cosa podría hacer?