Vida de perros

La carta

Y llegó la carta, al fin llegó. La pieza que faltaba para completar el puzzle. La última cifra de la combinación necesaria para abrir la puerta a una nueva coalición de gobierno. Se ha hecho de esperar pero al fin llegó. Imagino que pronto veremos a algunos grupos de guionistas venidos desde cualquier parte. Gente con el cerebro exprimido tras años de escribir thrillers políticos, o insólitas tramas para series tipo El lado oeste de la Casa Blanca. Llegarán a nuestra ciudad como aquellos buscadores de oro, advertidos gracias a la información vertida en la Red del filón que guardamos.
La carta. La carta, que como dice mi querido Aureliano, siempre tan suspicaz y pesimista, puede ser solo el cierre de una primera temporada (quien sabe si de una segunda). La carta del concejal Juan Richart, donde renuncia a todas sus competencias menos a dos. La carta podría ser de por sí suficiente para el desarrollo de todo un libreto, si un posible grupo de guionistas buscara la perspectiva del concejal. Porque en ella encontramos desde luego al personaje, pero también su propia visión de sí mismo: su trabajo, su esfuerzo, su voluntad. Él levantó un partido político y lo llevó al poder; él renunció a la Alcaldía y fue miembro nato de una coalición de gobierno; él fue traicionado por llevar sus ideas hasta el final. Traicionado primero por uno de sus socios de coalición, y luego por su propia gente. ¿Y todo por qué? Por ser fiel a sus principios, esos que lo levantaron en las urnas (o por su principio, uno de ellos, aunque ahora parezca el único y el resto dejen de ser tan importantes). Y traicionado finalmente por el alcalde, quien pese a comprenderlo acabó cediendo al “chantaje” del resto de socios. La carta. La carta. La carta está cargada de voluntad personal y de rencor. En ella magnifica la responsabilidad política que le llevará a trabajar sin sueldo, sin abandonar ese par de competencias donde contribuir con Villena sin sueldo, pagado tan solo por el sentimiento de responsabilidad que le impide dejar su trabajo a medias.

Después de casi tres meses de murga no me dirán ustedes que la cosa no da para un serial. Con la tragedia desencadenada por una menudencia como fue su abstención en la comisión que trataba sobre los toros del día 7. Con una carta que pone fin a un capítulo pero que abre la posibilidad, gracias a su “voto en conciencia”, de otro largo capítulo. Y, si nuestros ficticios guionistas se quedaran sin cuerda, siempre contarían con la alternativa de desarrollar “JR, el Origen”, retomando las primeras peripecias de nuestro personaje: en el Partido Popular de Celia Lledó, con agresiones y demandas por prevaricación incluidas, hasta la creación de su VCD (instalado en sus orígenes, a costa suya, en una de sus propiedades). Con todo este material, imagino que pronto podremos ver nuestra historia en la gran pantalla, sin duda un lugar mucho más apropiado para toda esta carnicería.

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