Editorial

La crisis que no cesa

Las cifras no dejan lugar a dudas. Mes a mes, las filas del desempleo se engrosan con no pocos de nuestros vecinos, habiendo alcanzado en septiembre a 2.380 villeneros, casi un 13% de la población activa, una cifra que –a pesar de su irrealidad, porque habría que descontar a los no pocos trabajadores que se engloban dentro de la economía sumergida– comienza a ser muy preocupante, máxime si tenemos en cuenta que todo parece indicar que octubre y siguientes van a mantener la misma tendencia y que todos los expertos hablan de que lo peor está por llegar en 2009.
A la ya crónica crisis de la industria tradicional, cuyo lento goteo de cierres patronales y expedientes de regulación de empleo prosigue inexorable, se ha unido la imposibilidad de acceder a financiación producto de la crisis financiera internacional, lo que ha dado la puntilla al hasta entonces omnipresente sector de la construcción, cuyo frenazo ha traído consigo una reacción en cadena que está afectando a pequeños constructores, profesionales de todos los ramos –pintura, fontanería, escayolistas, carpintería…– y comercios dependientes del mercado de la vivienda: electrodomésticos, mueble, decoración, etc., por no hablar de las ventas de coches y vehículos industriales…

Ante tan desolador panorama en los sectores industrial y comercial, la agricultura –importantísima en Villena– es el único sector que está aguantando los embates de la crisis, pero por sí sola resulta incapaz de asumir la mano de obra desempleada procedente de la industria, por lo que comienza a echarse de menos la repetidamente anunciada apuesta de las instituciones por la obra pública y las infraestructuras, lo que en nuestra ciudad se traduciría por la inmediata rehabilitación de la plaza de toros, la construcción de la piscina cubierta y la puesta en marcha del nodo logístico y el parque empresarial, proyecto más conocido como Puerto Seco, a lo que habría que añadir el impulso a una iniciativa privada que inexplicablemente el Partido Popular ha convertido en promesa electoral: la construcción de un centro comercial en el Grec, del que se llegó a afirmar, no menos inexplicablemente, que nos serviría para alcanzar el “pleno empleo”.

Al margen de la plaza de toros, que es lo único que parece preocupar a nuestros políticos, ya sean del gobierno o de la oposición, deseamos que el resto de proyectos sigan desarrollándose y cumpliendo trámites administrativos para convertirse en realidades lo antes posible, puesto que son más necesarios que nunca y, de momento, sólo consisten en declaraciones pomposas pero vacías y fotos de cara a la galería.

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