Vida de perros

La cuadratura del círculo

Con tal sonrisa ceñuda en el alma que salva guerras que poco interesan habló a los medios previa letra impresa con un discurso de entender ni papa, de traer jaqueca a quienes lo piensan rompiendo aquello del que llora mama en pro de azares que poco compensan. Oliva expuso con flaca solvencia su plan de méritos a los infantes: con un sorteo dejará vacantes a quienes cribe la providencia. No importa entonces quien va delante si la suerte sienta jurisprudencia, si la suerte elige al veraneante. Valiente aseguró no ver problemas al presentar su plan financiero: no faltará apoyo veloz y sincero si Juventud atasca sin pesetas. “Lo haré mejor que el que lo hizo primero” aunque becarios lo hagan por la jeta: todo es cuestión de largar el enredo. Y así entre números ya asignados por quienes pidieron dos o ninguno sobran, faltan, cifras en cada turno sin olvidar quienes se rezagaron. Porque Juventud no cerró el asunto tras los formularios del día dado por si aparecía un error de bulto.
Queridas personas, ustedes verán, pero yo no entiendo nada. Por más que leo la noticia y anoto las cifras que desvela: que si tantas plazas, tantas inscripciones, que si tantas plazas reales correspondientes a tantas inscripciones, tantas plazas sobrantes y tantas solicitudes en reserva… El caso es que para saber si tu criatura va a poder participar en alguna de las actividades que la Concejalía de Juventud oferta en verano hay que estar más atento que la primera vez que se entra al bingo. La cosa no viene de cerca, cada año de modo distinto pero siempre extraño y molesto. En esta ocasión, pese al recorte de presupuesto a la Concejalía, el edil resolvió el conflicto mediante sorteo ¿…? Es decir, que cada persona podrá conocer la validez de su inscripción una vez se realice un sorteo que agrupa un número de solicitudes y deja fuera a otro. Algo así como decidir que el número de inscripciones, la demanda, no debe condicionar la oferta. Grosso modo.

A expensas de la irrupción de los miles de metros de ocio en nuestra ciudad, o de cualquier otra cosa, el asunto de Juventud se continúa relegando a las actividades estivales de quienes carecen de centímetros y edad para ser jóvenes. Por si fuera poco tal restricción –si no pruebas no conoces– en quién sabe si apuesta por la creatividad y el empleo precario, se reduce el presupuesto del área. Campamento urbano, je, je, je, está bien que niños y niñas aprendan el nombre de nuestras calles, que conozcan nuestros puntos de interés, que canten canciones, que recorten cartulinas, que rescaten los juegos populares, que se entretengan, que no molesten a sus familias todavía condenadas al trabajo, al ostracismo de la vida. Campamento urbano suena barato a la par que divertido –yo que he participado les puedo asegurar que he visto a niñas que tras varios años de asistencia conocían mejor las actividades que algunos monitores–.

¿Por qué no decir: “me la trae floja todo el rollo de Juventud”? Es un área que no trae problemas –ninguno que no se pueda achacar a otra causa– y además compensa gracias a la labor de guardería que realiza en verano (lo que además supone un insulto al trabajo que se desarrolla en una guardería). Pero volviendo al asunto, ¿podrían volver a explicarme a qué corresponden exactamente las siguientes cifras: 740, 519, 618, 736? ¿Podrían de paso explicarme cuál es la política de Juventud –con poco basta, sería más de lo explicado hasta hoy–? ¿Podrían asegurarme que mi niño dentro de diez años no tendrá más de lo mismo? …casi me voy a comprar una video consola.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba