Opinión

La deuda del Júcar con el Vinalopó

El Archivo Histórico de Elx cuenta entre sus documentos incunables con la carta de los Jurados de Villena, que en mayo de 1.420 solicitaron ya las aguas del Júcar para las comarcas del Vinalopó. En 1.568 el Duque de Maqueda ordenó nivelar los terrenos para hacer posible esa transferencia. En 1.840, los herederos de Santonja solicitaron al gobierno de la época que las aguas sobrantes del Júcar fueran utilizadas para atender las necesidades del Vinalopó, y ello dio como resultado que en 1.847 se realizara un primer proyecto sobre la viabilidad de esta actuación. No obstante, nunca llegó a ejecutarse, a pesar de que los diferentes planes de obras públicas y riegos dejaron constancia de las carencias hídricas de las comarcas que integran el Vinalopó.
La primera propuesta técnica formulada para llevar a cabo el trasvase Júcar-Vinalopó data de un encargo que la Confederación Hidrográfica del Júcar formuló al ingeniero Jose Mª Santafé en 1.986 y que, como documento formal se presentó en Octubre de 1.988. Esta propuesta técnica titulada “Estudio del Anteproyecto del Canal Júcar-Vinalopó”, tenía como objeto desarrollar a escala 1/10.000 el trazado de un canal, que partiendo del río Júcar en Cullera, transportase el agua hasta un embalse regulador ubicado en la comarca del Vinalopó (cerca de Aspe) y discurría por una franja paralela a la costa a unos 20 km. por el interior.

Esta formulación de la toma en Cullera para la transferencia de recursos Júcar-Vinalopó viene también expresada en el libro “Las aguas subterráneas en la Comunidad Valenciana” que en 1.986 editó el Instituto Tecnológico Geominero de España, dependiente del Ministerio de Industria, cuando al comentar el déficit de recursos existentes en la cuenca del Vinalopó como Plan de Actuación propone que la “única solución practicable a medio plazo consistiría en la importación de aguas superficiales del río Júcar. Esta agua, excedentes no regulados, podrían ser captados en Cullera, en las proximidades de la desembocadura, aguas abajo de las tomas de los usuarios actuales.”

Los gobiernos socialistas de Joan Lerma en la Generalitat Valenciana incorporaron esta reivindicación histórica como única forma de solucionar la deficiencia de recursos hídricos de las comarcas del Vinalopó, que tenía como consecuencia directa la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, ya en aquellos momentos próximos al agotamiento o a su inutilización por la mala calidad del agua. En 1.991 la Generalitat Valenciana editó un libro sobre recursos y planificación hidráulica que advertía de que la mejor solución para el trasvase desde el punto de vista socio-político consistiría en que “la toma del canal tendría que localizarse en las proximidades de la desembocadura, después de producirse los excedentes de riego.”

A mediados de los 90 hasta el propio Partido Popular reconocía la idoneidad de que fuera Cullera la toma del trasvase Júcar-Vinalopó. Así lo incorpora en su programa electoral de las elecciones autonómicas de 1.995. Por eso mismo, y sin ningún voto en contra, en agosto de 1.997 el Consejo del Agua de la Cuenca del Júcar aprobó el trasvase Júcar-Vinalopó como una infraestructura básica de la cuenca, sin indicar ningún punto de toma, ya que era notoria la ubicación seleccionada.

Sin embargo, fue el propio PP quien rompió ese consenso al plantear en el año 2.002 un trasvase con toma en Cortes de Pallás (en un embalse propiedad de Iberdrola), que unilateralmente ignoraba los derechos históricos de la cuenca cedente y que convertía esa transferencia en una obra inviable técnica, social, ambiental y económicamente. La toma en Cortes de Pallás impedía transferir la totalidad de los 80 Hm3/año que, como sobrantes, se habían conseguido incorporar en el Plan de Cuenca del Júcar, respetando los derechos de la cuenca cedente.

Si el medio para regenerar los acuíferos del Vinalopó es sustituir bombeos con agua superficial, un tubo que no puede llevar agua no resuelve el problema. Las comarcas del Vinalopó tienen derecho a recibir hasta 80 Hm3/año. Nadie con un mínimo de honestidad, puede defender que el Vinalopó se conforme con los 19 Hm3/año que, como máximo, aportaba la toma en Cortes (eso los años en que hubiera llegado algo). Además, tal y como estipulaba el convenio firmado por la Junta Central de Usuarios, los primeros 11,5 Hm3 siempre iban a parar a las nuevas urbanizaciones del litoral en la Marina Baja. Y mientras tanto, los regantes de verdad estarían pagando un crédito que hubieran tenido que avalar con los títulos de propiedad de sus tierras, viendo el agua pasar.

Hasta ahora nadie ha refutado las conclusiones de la Comisión Técnica Júcar-Vinalopó (agosto’04-julio’05). La toma en Cullera para este trasvase es la única que garantiza los aportes reales de hasta 80 Hm3/año, que es lo que nos puede permitir realmente estabilizar los niveles de los acuíferos sobreexplotados del Vinalopó, mediante esa sustitución de bombeos de las aguas dedicadas al regadío que actualmente son extraídas.

El agua del Júcar en el Azud de la Marquesa es un agua de excelente calidad para riego. No sólo lo dicen las analíticas de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Júcar, también lo dice el Departamento de Agroquímica de la Universidad de Alicante. Y lo que es más sorprendente, ya hay comunidades de regantes por donde va a pasar la conducción que han empezado a demandar el agua que otros rechazan. Quien dice que el agua de Cullera no es apta para regar, o no es regante de verdad o actúa al dictado del Partido Popular. Lo que quieren los agricultores de verdad del Vinalopó es agua del Júcar, venga de donde venga, cuanto antes mejor y a buen precio.

El Gobierno socialista ha adjudicado ya las obras de la conducción Júcar-Vinalopó que estarán concluidas antes de finalizar el año 2008, y aquí es donde se demuestra el compromiso de aquellos que queremos saldar, 600 años después, la deuda del Júcar con el Vinalopó.

Jose Mª Marugán Gacimartín
Consejero Delegado de Aguas del Jucar, S.A.

Nota: Enlazamos esta noticia con una entrevista realizada por EPDV a José Mª Marugán que hoy aparece publicada en nuestra edición impresa.

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