Editorial

La droga se cobra una vida más

Una semana más, por desgracia, nos toca hacernos eco de un triste suceso que ha tenido como escenario una de las zonas más entrañables (e inexplicablemente degradada) de nuestra ciudad, el barrio del Rabal, y como telón de fondo un problema que lleva camino de convertirse en una verdadera plaga: el tráfico de drogas y las consecuencias que su consumo acarrea.
Da igual que el cadáver lo encontrara un vecino de corta edad o un funcionario municipal, da lo mismo si el fallecido tenía 25 ó 28 años, es indiferente si la muerte se produjo por una sobredosis de heroína o de cualquier otra sustancia… todo ello da igual porque las diferentes versiones ofrecidas por testigos e implicados coinciden en lo sustancial: un joven, otro más, ha muerto esta semana en Villena; era consumidor de drogas y estaba instalado, ilegalmente, en un edificio en ruinas propiedad del ayuntamiento, ocupado por toxicómanos e indigentes y abierto a todo aquel que, en medio de la ruina, encontrara algo de valor digno de poder ser vendido o cambiado en el mercado de la muerte.

Sucesos como éste no hacen sino confirmar las graves denuncias que desde hace meses están proclamando a los cuatro vientos los vecinos del Rabal a través de su asociación, con cuya insistencia y perseverancia han logrado implicar al resto de asociaciones, a través de la Federación que las agrupa y, posteriormente, a remolque de la reivindicación vecinal, al ayuntamiento de Villena, que a pesar de las prisas iniciales, y después de casi un mes, sigue sin poner en marcha la ya varias veces anunciada campaña contra la droga.

En cualquier caso, por mucha campaña mediática que se haga y muchas gorritas y camisetas que se repartan, el problema no se va a solucionar. Lo que hace falta es mano dura y una presencia policial constante, que vaya más allá de una actuación puntual –por muy espectacular que ésta sea, como la redada de hace unas semanas– para convertir a los agentes en parte del paisaje del barrio. De no ser así, lo único que se logrará –lo único que se ha logrado hasta el momento– es favorecer a los traficantes que quedan en activo, ya que la propia policía les ha quitado a un competidor de en medio.

Hay que acorralar a los traficantes con acciones directas y constantes. Y hay que evitar, con presencia policial, que los consumidores adquieran sus dosis en Villena. Cualquier otra medida, por bienintencionada que sea, no servirá más que para disfrazar la naturaleza del problema.

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