La extraña visita
Como si la arquitectura de todo nuestro sistema consistiera únicamente en un complejo juego de contrapesos tan concentrado en su propio equilibrio que fuera incapaz de mirar siquiera de refilón a su alrededor. Así se me aparece de tanto en tanto nuestro sistema. No exactamente por casualidad, ni mediante una manifestación onírica. En realidad es así como lo veo cuando ocurren cosas como la aparición de la consulta de pediatría en nuestra ciudad. ¿Por qué antes no y sí ahora? ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué repentinamente, sin aviso? ¿Ocurrirá lo mismo con los demandados servicios de oncología? Es difícil de responder, incluso de adivinar.
En Alcaldía manifiestan su molestia por no haber recibido una notificación oficial respecto a la visita autonómica ya saben queridas personas, que en nuestro país no hay ladrillo que se coloque ni puerta que se abra sin que alguna figura política esté presente como responsable del logro conseguido con nuestro dinero. Un malestar comprensible, máxime si tenemos en cuenta que el partido de la oposición en Villena, pero gobernante en nuestra Comunitat, sí fue informado del evento. Y aunque la historia contenga todos los puntos para parecer una vendetta a cuenta de las importantes reuniones que ha mantenido nuestra corporación con ministerios, consellerías o autoridades de otras poblaciones, cabe la esperanza de que nuestro mundo no se rija mediante procedimientos tan pueriles. O puede que sí. Lo que no quita que a partir de ya contemos con el amparo de un servicio de pediatría, de tanta importancia para una ciudad del tamaño de la nuestra. De modo que, si me lo permiten, egoístamente tendré que decir que me importa un rábano si el alcalde o el concejal del ramo estrecharon la mano de sus señorías el día de la inauguración del cuartito. Me importa el qué; y del cómo solo me preocupa el oscurantismo con que se manejan estos asuntos.
Porque al parecer nuestro cometido ciudadano reside en contribuir económicamente al desarrollo global, y en agradecer las atenciones que en ocasiones reciben nuestras quejas y necesidades. Todo lo demás se sumerge en el transcurso político: un espacio de tiempo imposible de calcular para quienes contamos cuatro cuando tenemos cinco piedras en el bolsillo y nos quitan una. Lo demás es misterio: ¿por qué nos visita espontáneamente una personalidad política, por qué ésta avisa a un grupo y no a otro, por qué nos conceden un nuevo servicio mientras que otros servicios vigentes quedan desatendidos, por qué, por qué y por qué? Misterio. ¿O pensarán que somos incapaces de entenderlo? No me extrañaría dada la escalada en materia educativa que hemos vivido los últimos treinta años. ¿O pensarán que debemos mostrar agradecimiento y relajar la presión de nuestras reivindicaciones en otras demandas? Pero no tengo la respuesta. Y me jode. Porque creo que sí que la merecemos.