La firma de Francisco Franco
Dicen que somos un país alegre, despreocupado, inquieto, creativo, algo irresponsable y travieso. Son tópicos. Tópicos sin matices que olvidan que somos un país de opiniones fuertemente contrastadas, un país capaz de apoyar a su selección de fútbol cuando pierde y de despreciarla cuando gana. Dicen que somos un país alegre, optimista. E incluso en ocasiones pensamos que sí, que así somos en nuestro país. Por eso nos puede extrañar, por ejemplo, encontrarnos con otras miradas, como la del italiano Federico Fellini en su Casanova, cuando nos retrata (a los españoles y españolas) como seres severos, siniestros, extremadamente religiosos y sin pizca de humor.
Sabrán a estas alturas, queridas personas, que una de las firmas que apostaron por la apertura al tráfico de la calle López Ferrer pertenecía al dictador que durante más de treinta años evitó a nuestro país la molestia de acudir cada cierto tiempo a las urnas. No deja de ser curioso que ahora, cuando el país parecía ya convencido de su muerte, reapareciera en nuestra ciudad para ejercer un derecho democrático, y para hacerlo además en contra de la opinión de nuestra alcaldesa la señora Lledó. Cierto que no ha sido sólo él quien ha firmado por la reapertura de la vía. También, con nombre y apellido, lo han hecho otras figuras del folclore popular hasta completar el cupo de una hoja de firmas validada por la Federación de Asociaciones de Vecinos y Vecinas. Una organización que acoge a la mayoría de nuestros barrios
(¿a todos? No. Una pequeña y joven asociación se resiste a la integración, igual que se resiste a la reapertura de la vía: la de Vecinos y Vecinas del Paseo y Adyacentes). El caso es que la hojita en cuestión ha dado de sí. Tanto como para que la mismísima alcaldesa concediera una audiencia a la prensa para comunicar a la ciudad su hallazgo. Tanto como para que se escribieran columnas tachando la acción como antidemocrática, tanto como para ser germen de un posicionamiento vecinal que divide en cuatro a Villena: quienes dicen sí, quienes dicen no, quienes son indiferentes y quienes nos irritamos por la ridiculización y aprovechamiento de cualquier menudencia, de cualquier esfuerzo de la ciudadanía por expresar su opinión.
Quizás va siendo hora de que en esta ciudad y en este país vayamos abandonando ese estilo de hacer las cosas a las bravas y comencemos a asemejarnos a ese otro estilo más despreocupado y alegre que procura conseguir lo máximo con el mínimo esfuerzo, que evita las malas caras y busca la armonía. Va siendo hora de no enfadarse porque algún alma idiota con malas intenciones y mal gusto intente boicotear una recogida de firmas. Va siendo hora de no esgrimir como argumento unas firmas obviamente falsas para desacreditar el millar de firmas restante. Va siendo hora de demostrar que estamos más allá del arrieros somos
.