La foto, la foto, la foto
Llega el verano como cada año. Y vuelve a sembrar terror en el gremio de juntaletras. Más si cabe en las páginas deportivas de un año sin mundiales ni olimpiadas: esperando poder estirar algunas semanas más el asunto de Messi, alargar los rumores sobre tal o cual fichaje, encontrarse el regalo de una pequeña tragedia sobre la que llenar páginas y minutos en radio y televisión. El infierno del resto de plumillas también toma como salvavidas algún frente cálido, un incendio o unas vacaciones de la gente importante. Terror y miseria sobre los que surfear hasta alcanzar septiembre. Aquí, en el ámbito local, tampoco nos libramos.
Será el calor, además de las noticias, el que se acomoda frente al teclado y nubla vaporosamente la importancia de cualquier comunicado. Será. Y si yo hoy, por poner un ejemplo, hubiera querido ponerme a departir sobre la foto como tema de moda, la cálida atmósfera de mi despacho lo hace parecer tan infantil como insignificante. Me recuerda que a mitad del mes pasado ya escribí en La extraña visita la indiferencia de la ciudadanía ante la foto política, esa que al parecer suma mayor valor que la acción en sí: en aquel caso la inauguración del servicio de pediatría en Villena; en el presente la entrega de las llaves de cuatro viviendas sociales a cuatro familias. La diferencia, queridas personas, es que si en el Centro Integrado sí hubo foto pese a la ausencia de nuestro concejal del ramo, en el caso de las viviendas ocurrió aquello de si no hay foto, no hay llaves. Y al respecto tenemos que aguantar a una parte (PP) diciendo que el concejal debía estar en la entrega de llaves en lugar de estar en la firma del acuerdo con Benidorm, y tenemos que aguantar a la otra parte (PSOE) exponiendo sus razones. Se pongan como se pongan la cuestión es que no hay llaves, lo que certifica que en el fondo son lo menos importante (en este caso que cuatro familias comiencen a reorganizar sus vidas en las viviendas sociales). Lo que certifica que nuestros partidos políticos inmersos en su propios jueguecitos son incapaces de desviar la mirada del tablero para entender lo verdaderamente importante tanto de su trabajo como del panorama nacional. Impresiona, sí. Pero ya desde aquí abajo dan muestras de ello. De modo que más que impresionar, asusta.
Nos queda desear que las fotos salgan bien. Aunque tampoco lleguemos a atisbar cuál es su valor real. Porque si suponemos que las dichosas fotos son el abono de las urnas, tendremos que demostrarles que lo que nos importa no son las fotos, sino que es lo otro: la atención, los servicios, los logros. Pero hoy por hoy de eso, digámoslo suavemente porque es verano, solo abundan los incumplimientos, la indiferencia y la decepción.