Abandonad toda esperanza

La frontera pirenaica

Abandonad toda esperanza, salmo 398º
Justo cuando andamos preparando unos compañeros y servidor un curso sobre cine y educación, me entero de que en la capital tiene lugar la primera edición de Educacine, o lo que es lo mismo, el Festival Internacional de Cine y Educación de Madrid. Nada, que a poco que se tiene una buena idea enseguida viene alguien y te la copia. Pero frente al nuestro, que lógicamente será una cosa más de andar por casa (o por el campus) y que estará orientado a estudiantes universitarios, Educacine se dirige tanto a los docentes como a los jóvenes alumnos que pueden acercarse en grupo a descubrir algunas de las propuestas más interesantes del cine actual. De hecho, el festival ha permitido ver a todos los afortunados que pudieron pasarse por allí durante los cinco días que duró algunas películas todavía inéditas en nuestros cines: este es el caso de Quai D'Orsay, último film del maestro Bertrand Tavernier, y cuyo libreto (a partir del cómic homónimo) recibió el premio al mejor guion del pasado Festival de Cine de San Sebastián.

Tavernier, que nos legó con Hoy empieza todo uno de los títulos fundamentales de la cinematografía sobre educación, y su nuevo trabajo llegan precisamente en el momento justo: la cinta se atreve a mostrar el lado más oscuro y miserable de la política (francesa) contemporánea apenas unos meses antes de que se descubra que su presidente François Hollande engañaba a la primera dama (ahora, ex primera dama) con la actriz Julie Gayet; unos cuernos públicos en toda regla, dado que los encuentros furtivos entre ambos los acababan pagando los contribuyentes con sus impuestos. Por cierto, y para aumentar el morbo: ¿saben quién interpreta uno de los papeles principales del film, precisamente el de una política de armas tomar que emplea su atractivo físico para conseguir lo que quiere? Pues sí: Julie Gayet. Qué ojo, aunque sea estrábico, el de Tavernier para la publicidad.

Puede parecer extraño que un grande del cine europeo como Tavernier no sea capaz de traspasar la frontera pirenaica y estrenar en nuestro país como se merece, pero no está solo: otros cineastas de prestigio, para más señas franceses como él, le acompañan a pesar de que sus cintas inmediatamente anteriores sí se vieron por aquí y no pasaron precisamente desapercibidas. Es el caso de François Ozon, que en la edición anterior del festival de Donosti triunfó por todo lo alto con En la casa. En cambio, seguimos esperando todavía a que llegue a los cines su estupenda Jeune & jolie, que podría traducirse como "Joven y bonita", y que es el retrato, tan fascinante como por momentos terrorífico, de una adolescente que se prostituye con una clientela muchísimo mayor que ella y sin razón aparente más allá de experimentar los límites de su propia identidad esquiva. A destacar el buen hacer de la protagonista Marine Vacth, que se da un aire a Laetitia Casta pero algo más joven (y bastante mejor actriz).

En la misma situación está Laurent Cantet, que de estas cuestiones de educación y juventud debe tener alguna idea (fue Palma de Oro de Cannes por La clase), pero que no ha conseguido que Foxfire, que también pasó por el certamen donostiarra, llegue al resto de salas españolas. Rodada en inglés y adaptación de una novela de la eterna candidata al Nobel Joyce Carol Oates (que ya inspiró hace dos décadas otra cinta con una por aquel entonces no tan célebre Angelina Jolie), el film relata el auge y caída de una comunidad formada por chicas adolescentes durante los años 50 en Estados Unidos. La película no se cuenta entre los mejores trabajos de su director, pero teniendo en cuenta que además de La clase también ha realizado filmes como Recursos humanos o El empleo del tiempo, eso tampoco parece tan grave. Y además, permite descubrir a actrices tan prometedoras como Katie Coseni o una excepcional Raven Adamson: apúntense sus nombres, porque darán que hablar. O deberían.

Como ven, mucho del mejor cine que se hace en el país vecino no nos llega como debiera; menos mal que no sucede lo mismo con el cómic. De hecho, uno de los mejores que he leído en las últimas semanas es, precisamente, ese Quai D'Orsay cuya primera entrega ha servido de base a la película de Tavernier, y que por el momento cuenta ya con dos volúmenes. Christophe Blain, con la colaboración de Abel Lanzac (ojo, ex consejero del ministro Dominique de Villepin), nos ofrece una sátira política que no es difícil intuir inspirada en hechos reales. Estamos ante uno de los mejores trabajos del autor de Isaac el pirata, repleto de personajes antológicos y diálogos brillantes, y que interesará hasta al menos puesto en cuestiones de política actual. No lo dejen escapar, sobre todo teniendo en cuenta que por lo visto a la adaptación de Tavernier la podemos esperar sentados.

Y para terminar por hoy, otro autor de cómics francés de relumbrón: Étienne Davodeau. Mientras sus compatriotas Blain y Lanzac solo se inspiran en la realidad, con su novela gráfica Rural el autor de clásicos contemporáneos como La mala gente o Los ignorantes se sumerge en ella y nos ofrece un reportaje periodístico en viñetas al estilo de los que han convertido a Joe Sacco en toda una celebridad del noveno arte, retratándose a sí mismo en la investigación que llevó a cabo a finales del siglo pasado acerca del enfrentamiento entre dos formas diametralmente opuestas de ver la vida: la de unos campesinos respetuosos con el medio ambiente que apuestan por un desarrollo sostenible, y la de los empresarios y los políticos (sí, de nuevo los políticos) que solo piensan en la rentabilidad a muy corto plazo de sus acciones. Y ojo, que Rural se publica aquí ahora, pero en Francia vio la luz hace trece años ya. Como decía John Carpenter por boca de su personaje Plissken el Serpiente: "Cuanto más cambian las cosas, más siguen igual"... a ambos lados de los Pirineos, por lo que se ve.

Quai D'Orsay (Crónicas diplomáticas) y Rural están editados por Norma y La Cúpula respectivamente.

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