Editorial

La gestión directa, en el punto de mira

Si tenemos que tomar la gestión directa del servicio de limpieza y basuras como “experiencia piloto” a fin de contemplar futuras municipalizaciones de otros servicios, lo cierto es que, a día de hoy, la situación no puede ser más descorazonadora.
Y lo es porque lo que tenemos sobre la mesa es un servicio de recogida que falla, una ciudad cada vez más sucia, una plantilla laboral cuyas quejas son cada vez mayores y una falta de previsión municipal a la hora de afrontar los problemas de personal –bajas, vacaciones, jubilaciones…– que ha conducido a un malestar generalizado y a una extraña unanimidad, pues partidos y sindicatos, independientemente de su orientación, coinciden en señalar lo mal que se está gestionando este asunto, que como guinda ha acabado recurriendo a una empresa de trabajo temporal para las contrataciones –una auténtica paradoja– y ya tiene hasta una denuncia ante la Inspección de Trabajo a cuenta de las condiciones laborales que deben afrontar los trabajadores debido, precisamente, a la imposibilidad de cubrir las bajas de sus compañeros.

A todo ello hay que sumar la falta de transparencia de quienes, curiosamente, más presumen de ella, pues si bien es cierto que de manera informal y en una rueda prensa se anunció que el plazo para rendir cuentas ha sido ampliado a un año, lo cierto es que el compromiso inicial era exponer la ciudadanía, 6 meses después de entrada en vigor la gestión directa (es decir, el 31 de marzo), la realidad de un servicio del que por ahora desconocemos su efectividad, su coste y sus problemáticas más allá de lo que trasciende ante los medios.

Así las cosas, si lo que pretendían Los Verdes era abrir el camino a futuras municipalizaciones, mucho nos tememos que el resultado va a ser justo el contrario.

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