La Gran Ensalada
La ensalada, ese plato frío de hortalizas troceadas y aderezadas con el que acostumbramos a comenzar las comidas. Aunque generalmente compuesta de lechuga romana, tomate y zanahoria, ha sido fruto de múltiples combinaciones: rúcula, queso blanco, manzana, atún, canónigos, pollo, frutos secos, surimi, yogurt, cebolla, pasta, salmón, jamón york, soja, champiñón, olivas
Combinaciones más ortodoxas o consolidadas o conocidas, como la ensalada César, la Mixta, la Caprese, la Waldorf, la Griega, y otras confeccionadas según el gusto de cada cual. Ahí reside la grandeza de este plato, igual que su peligro si al final la combinación no satisface a algún o a alguna comensal.
La Gran Ensalada me hace pensar en la política municipal, quizás sí por su signo Verde, quizás también por su carácter mixto y quizás también porque la diversidad de ingredientes se presentan además troceados. Pero, abundando en la metáfora, diría que sobre todo la Gran Ensalada me hace pensar en la actual política municipal porque al final el resultado es un plato de ensalada y eso no hay quien lo discuta: aunque odies la ensalada o cualquiera de sus ingredientes, se trata de la prometida ensalada. Hay más cantidad de algunos elementos, otros no están, ni siquiera podemos asegurar que la suma de los trozos de un elemento constituya su totalidad (quizás solo se añadió medio rábano). Sea como sea, ahí está la Gran Ensalada Prometida: usted no puede discutir sobre el resultado de un plato si desconoce la receta.
Pero dejemos la metáfora y entremos en el tenor o término real donde cada ingrediente es el vehículo de cada línea de trabajo y acción de nuestro equipo de gobierno. Y así, troceadas, es como se nos presentan estas líneas de trabajo. En algunos casos, como en el área de igualdad, aparecen claros los fines, los objetivos, en otros son difíciles de entender al encontrarnos con acciones o propuestas salteadas, sin aparente relación entre sí, como en el caso de los servicios sociales, la cultura, la juventud, o el empleo. No se puede negar que se está realizando un trabajo, en mayor o menor medida, en dichas áreas, pero o bien no representa un camino hacia algún sitio, o bien no queda claro el lugar hacia donde se dirigen. Sin embargo atendiendo a las respuestas que recibimos desde la cocina ante cualquier tipo de reclamación, de demanda de explicaciones, todo parece estar claro, clarísimo diría: se trata de una ensalada.
Y permítanme, queridas personas, ahondar en este hecho: cualquiera que haya sido la reclamación que un grupo político de la oposición o una asociación vecinal, festera, cultural o deportiva haya realizado, el resultado ha sido el mismo: una, generalmente serena, intervención del Gran Chef repartiendo culpas y responsabilidades con el grupo demandante, para seguidamente hacer gala de información privilegiada que minimiza o ningunea el motivo de las reclamaciones. Una intervención que también generalmente no sirve para esclarecer nada ni sirve para apaciguar los ánimos.
De lo que no cabe duda es de que estamos llegando al punto final en la creación de esta Gran Ensalada que representa la culminación de la legislatura. Ahora llega el momento de aderezar el trabajo con un poco de sal, un chorro de aceite, otro de vinagre y quién sabe qué otra sorpresa, para finalmente remover todo, distribuir adecuadamente en la fuente, decorar sutil y armónicamente la zona superior y visible y presentar el resultado. Pero entonces puede que no sean solamente los ingredientes y su combinación los que influyan en el paladar, puede que también el estilo del corte, el cuidado en la atención y el servicio, la complicidad y la simpatía, sean concluyentes para el veredicto. Porque afortunadamente quienes venimos a juzgar el plato hemos sido conscientes del proceso y sabemos que detrás de este plato vendrá otro.