La librería Pujalte
El día de su cierre será uno de los más tristes de la historia sentimental de Villena, casi como cuando cerró el último cine
Puede que sea la crónica de un cierre anunciado, pero no por ello va a ser menos doloroso caso de que se consume. Más que librería es quiosco de prensa y revistas. Y dado que la prensa en papel lleva instalada en una crisis brutal e imparable, el sector que depende exclusivamente de su distribución parece abocado a su desaparición.
La pandemia le ha dado la enésima estocada. Las tiradas han vuelto a bajar. Y es verdad que un periódico digital puede multiplicar la difusión exponencialmente respecto a la edición impresa. Pero para los de mi generación es triste ver morir el formato.
Mi madre me habla con cariño del primer Pujalte, instalado en la Corredera, junto al Casino Villenense. Yo conocí el de Luciano López Ferrer, al que acudía como se acude a un templo. Con reverencia. De niño, todos los jueves, a por el Teleprograma. A partir de los catorce años, ya como un lujo, a por TeleRadio, que era más cara y sofisticada. Y muy poco después, ‘El País Semanal’, que entonces salía los sábados, del que me bebía ‘La cueva del dinosaurio’ del asturiano Juan Cueto. Preguntándome ya entonces por qué los que editorializaban, nos aleccionaban y tenían peso eran tan del norte. Por qué la gente de nuestra zona era tan invisible en la prensa.
La semana pasada pasé por Pujalte y pedí a Angelita un periódico. Se dirigió a la puerta, quitó la pinza al que estaba colgado y me lo dio. Era el único ejemplar que le quedaba. No es que hubiese recibido muchos más. Mientras pueda, sé que ella va a estar ahí. Pero siempre ando con el susto de que llegue el día en que me encuentre la puerta cerrada. De verdad que será uno de los días más tristes de la historia sentimental de Villena. Casi como cuando cerró el último cine.