Calle Mayor

40 años publicando a diario

Me estrené como corresponsal del diario ‘Información’ en octubre de 1982. Villena, Alicante y el mundo eran otros bien distintos a los que son hoy. ¿Mejores? Cualquier tiempo pasado fue anterior

Me estrené como corresponsal del diario ‘Información’ en octubre de 1982. Villena, Alicante y el mundo eran otros bien distintos a los que son hoy. ¿Mejores? Cualquier tiempo pasado fue anterior. Por supuesto que yo volvería a aquellos veinte años recién cumplidos sabiendo lo que hoy sé. Sin saberlo, no sé. Ha sido todo tan complicado, abocado a un presente tan feo y del que es tan difícil escapar, que casi da igual: lo importante ha sido recorrer un camino lo más disfrutón posible. Eso sí, publicando todos los días en todos los medios imaginables. ¡Hasta ‘Área de Gibraltar’! Escribo como respiro.

Por supuesto que me quedo con la Villena de entonces, la de la triada Soler-Alfredo-Vicente, y mis charraícas en el Paseo, literales, con ellos. Con Alfredo, obligatorias y con cadencia mensual, al hacerme cargo del boletín ‘Día 4 que fuera’ entre 1985 y 1990 por mi cargo de cronista de la Junta Central (gentileza de Primitivo Gil).

Me recuerda Juan Carlos Vizcaíno (que lleva tiempo inventariando todo lo que se ha publicado sobre las fiestas de Villena en la prensa) que a lo largo de agosto de 1983 aparecieron día tras día entrevistas con los cargos festeros de las catorce comparsas. Claro, era mi primer verano como corresponsal y se me ocurrió esa idea. Por todo ello, y por mucho más reparo en el poco caso que se me ha hecho en mi ciudad.

Esa misma década vio la luz aquel libro de tapa dura coescrito con José Fernando Domene, el primero sobre las fiestas de nuestra ciudad. No me quejo de no tener ‘una placa o un cuadro de la tienda de Murillo’ que lucen en las casas de cualquier festero de pro. Me refiero a lo inmaterial. Que no hayan contado conmigo jamás para pertenecer a un jurado para elegir un cartel, un concurso de artículos, de narrativa, de lo que sea. No hablemos ya de ser pregonero.

Me habría quedado mudo, en sentido literal, de puro miedo escénico. Ahora ya no tiene ningún sentido. Además, habiendo ejercido ese cargo mi querido José Fernando Domene es como si hubiese sido yo mismo. Pero mientras vivió mi madre (sé que era un deseo que ella tenía tan arraigado) me supo mal por ella.

Hace 37 años que dejé de ser corresponsal de Villena en el diario ‘Información’, lo que no significó que dejase de escribir sobre mi ciudad, sin cobrar un céntimo por ello. Siempre con un tono entre pasional y reivindicativo. Doliente cuando nos impusieron el centro penitenciario. Reivindicativo hasta hoy mismo reclamando el Hospital que nunca llega, los trenes que nos merecemos, el Puerto Seco, todo eso que una capital comarcal debe poseer. Mucho más la nuestra, de importancia histórica capital.

El feedback ha sido nulo. Para los alicantinos soy un villenero. Para mis paisanos con mando en plaza ya ni sé lo que soy. Pero eso no cambia las cosas. Porque sigo siendo el mismo. Cuando nos hacemos mayores tendemos a soñar mucho con nuestras vivencias en la infancia y en la adolescencia. Al menos a mí me ocurre. Deambulo con frecuencia por los cines de la ciudad (qué curioso que una de mis primeras noticias fuese rendir cuenta de que habían subido sus precios), entro a las aulas del ‘Hermanos Amorós’ antes de la remodelación, paso por el taller de carpintería de mi abuelo lindante con la ermita de San Antón y subo a la biblioteca del Círculo Agrícola, que cuidaba Antoñita Salguero. Qué cosas. Por si esta noche me da un ictus, relatado queda.

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Un comentario

  1. Ay, Antonio. Eres uno de los culpables (hay muchos, no te vayas a creer) de que con el paso de los años, me haya convertido en un enamorado de la ciudad de Villena, sus fiestas, sus gentes, su historia o su cultura.

    Has sido siempre un embajador de tu ciudad. La has pregunado con la discrección que te caracteriza, pero al mismo tiempo con argumentos siempre irrefrutables. Y Villena -el eterno «nadie es profeta en su tierra»- no ha sabido valorar, siquiera sea de manera simbólica, esa profesión de fe villenera.

    Esperemos que esa laguna sea cubierta más pronto que tarde. Por mi parte, decirte que has sido, eres y serás uno de mis referentes, a la hora de descubrir facetas de esta ciudad que ambos amamos.

    Siempre con gratitud, y con «charraicas» telefónicas

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