La luz de esta mañana
La luz de esta mañana... "Cuando se fue el maestro / la luz de esta mañana / me dijo: Van tres días / que mi hermano Francisco no trabaja."
Los que hemos sido alumnos de Francisco García Paco García no es extraño que nos despidamos del profesor del maestro que se fue echando mano de Antonio Machado al que él siempre denominaba con familiaridad y reverencia "el poeta". Dos pasiones, además de la Filosofía que con gusto nos enseñaba, nos confesó en sus clases el profesor que perdemos: La pasión por Machado y la pasión por las Matemáticas. Y lo mismo salpicaba sus deliciosas lecciones con versos del poeta que con curiosidades de la ciencia exacta que le parecían. Todo para gozo de quienes atendíamos su dedicada docencia.
Los amigos nos llaman para dichas y para desdichas. Ahora ha sido Damián Martínez quien nos dijo el infortunio; pillándonos entre Orihuela y El Campello reparando los tiestos y los motores de un largo viaje, domando la resaca de muchos kilómetros. También mi hermano Joaquín me llama, porque Joaquín, como hemos dicho alguna vez, nos trae las cosas de Villena teniéndonos al tanto de lo que nos alegra y de lo que nos entristece. Y bien sabía esta vez mi hermano que sería mi tristeza, porque muchas veces le había comentado mi aprecio por Paco.
Lógicamente, desde el ámbito de lo público habrá quien tenga que glosar lo mucho que Francisco García hizo cuando hubo que arrancar en 1967 el primer Instituto en Villena, el "Hermanos Amorós". Por ahí hay unas fotos entre autoridades y ladrillos sin revestimiento que expresan el nacer trabajoso de una obra que tan fundamental fue para la ciudad. Igualmente habrá quien glose, de la memoria colectiva, su paso como concejal en el Ayuntamiento. Que no nos tiente de esta experiencia política directa el adjetivo fugaz, porque si bien su responsabilidad como concejal fue breve, su compromiso político fue, antes y después de ser concejal, siempre intenso. Eterno diríamos. Y limpio por coherencia. Propio de quienes viven la política más como devoción que como profesión.
Cuando abandonamos el Instituto aún tuvimos la suerte de disfrutar al profesor. Una vez, siendo alumno universitario, me recibió en su casa para ayudarme a comprender los entresijos que dicen platónicos en "El collar de la paloma" del escritor cordobés Ibn Hazm para un trabajo que yo tenía sobre literatura hispanoárabe. Algunos años después, muchas mañanas, porque me lo permitía mi trabajo en el Bachillerato nocturno, me acerqué como intruso a compartir la tertulia con sus amigos del café de las doce: Paco y Vicente Prats, Ángel Ribera, Alfredo Rojas, Paco Salguero, Faustino Alonso... Estos fueron años en los que descubrí su dimensión humana y compartí claustro, metamorfosis vital que él vivía con satisfacción y generosidad por ver a quienes habiendo sido sus discípulos luego eran compañeros.
Que otros, con más memoria para las cosas, hablen de lo oficial porque yo quiero hablar de lo sentido para que se sepa por qué me duele esta muerte. Y traigo para siempre una imagen que siempre me viene cuando me acuerdo de Paco García profesor:
Veinticuatro de febrero de 1981. Primera hora de la mañana. COU. Clase de Filosofía. Aún las radios atienden con expectación el golpe de Tejero. Los diputados y los guardias siguen encerrados en el Congreso y... Y entra el profesor a clase. El cigarrillo entre los dedos. Y cariacontecido murmura unos versos: "Españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón". Algunos lloramos. Y no faltó la lección. Que en memoria suya nunca nos falte.