La Rockola de Fernando

La memoria histórica de los García

Vuelve a nosotros el recuerdo de la guerra que nunca debió existir, bajo ese paraguas, saco o lo que sea en que se está convirtiendo la en mi opinión, mal llamada, memoria histórica.
Personalmente opino como el poeta cuando escribió aquello de... "allá los muertos que entierren como Dios manda a sus muertos". O lo que es lo mismo, miremos hacía adelante, que mirando hacía atrás lo único que nos puede ocurrir es que tropecemos con el presente o que, como está de moda ahora, nos llevemos algún Pokemon por delante.

Memoria histórica, gran palabra que no sé quién fue el que empezó a hacer de ella bandera, pero que sí me atrevo a cuestionar: ¿la historia de quién?, ¿la historia por quién?, ¿la historia desde cuándo? Como bien sabéis me apellido García. En España entre los que llevamos ese apellido de primero y los que lo llevan de segundo, somos 2.935.081 personas, según los últimos datos del INE. El apellido se utiliza por primera vez en el año 789 y su linaje se extiende por la formación de todos los reinos que desembocaron, con los Reyes Católicos, en la formación de la España que conocemos.

Así pues, puedo citar a García-Jiménez, rey de Sobrarbe; entre los primeros que emprendieron la conquista de América se encuentra Diego García de Paredes. Alonso García Bravo fue el constructor de la ciudad de México. Sancho García acompañó al Rey Jaime I en la Conquista de Mallorca y no quiero extenderme más, pues os aseguro que el apellido de marras da para mucho. Imagino entonces que seguro que si me pongo a bucear en esa historia, encuentro que algún grado de parentesco lejano, muy lejano, me sale con alguno de ellos. Y llegados a ese punto, en el caso imposible de que se pudiera establecer mi árbol genealógico, con todo mi linaje desde ese primer García, que seguro que lo hubo, pregunto: ¿dónde están enterrados muchos de ellos?, ¿donde podría ir a dejarles flores el 1 de noviembre?

Y es que en este país, en esta piel de toro que algunos llamamos Patria, la historia es como esas guaguas o colectivos de algunos países tercermundistas que cada uno para donde quiere. Así, nos encontramos con que los catalanes la paran unos días en un sitio y otros días en otro, siempre, eso sí, a su pura y dura conveniencia. Los vascos, que lo tienen un poco más claro debido a que ni ellos saben a ciencia cierta de donde provienen, también se empeñan en pedir la próxima parada a su gusto. Y el resto de españoles en general, buscamos los apeaderos dependiendo del color histórico, "rojo" o "azul", que nos representa, pero siempre, invariablemente, en esa época de guerra llamados por unos civil y por otros incivil.

¿Qué pasa, que antes de eso no hubo historia? ¿Que la gente solo se preocupa de los muertos más recientes? Seamos sinceros por una sola vez. Si ni llegamos a conocerlos, si tan solo los hemos visto por foto y lo único que sabemos de ellos es por las historias que con casi total seguridad se han ido deformando de boca en boca de la familia, hasta llegar a ser esa historia épica que ahora nos cuentan, relatos en la mayor parte muy cortos de una vida corta, pues falleciendo con 25 o 30 años, no puedes atesorar mucha historia que digamos.

Así que yo, desde aquí, reivindico, a no ser que esto cambie, mi derecho a saber de todos mis Garcías fallecidos en muchas guerras. De los García fallecidos ante el moro, el francés, el inglés o el americano. De los García fallecidos en guerras carlistas o de aquellos cuyos cuerpos quedaron en alguna zanja de Filipinas, Marruecos, Argel o Sidi-Ifni.

Solo entonces me podré tomar en serio esto de la memoria histórica y no me dará por pensar que es tan solo un invento de nuestra ínclita izquierda a falta de no saber cómo inventar ese mundo que tanto proclaman y que no se quieren dar cuenta que está más enterrado que aquellos García míos que descubrieron las Américas.

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