Cultura

La misma Juventud

Hace unos cuantos días volvimos a vivir como todos los años el sorteo que la Concejalía de Juventud realiza sobre las solicitudes de participación en las actividades de verano. Un año más la demanda supera la oferta, de modo que un sorteo supone un modo justo para decidir qué niños y niñas se quedarán este verano sin disfrutar de las ludotecas o campamentos urbanos que propone nuestro Ayuntamiento. Actividades por otro lado que son sustentadas generalmente por estudiantes que han realizado alguno de los cursos de Monitores de Tiempo Libre y Centro de Vacaciones que también oferta la Concejalía de Juventud.
Como se puede observar a simple vista, estas actividades veraniegas pueden cumplir un doble o triple cometido: cubrir el tiempo de ocio de los más pequeños con actividades lúdicas y formativas, emplear a jóvenes –generalmente en período de estudio– durante sus vacaciones estivales y, por último, aliviar a las familias el trastorno que supone tener en casa a un niño o niña durante los tres meses de vacaciones: y entendamos esto en el buen sentido: primero por el bajo coste que supone una actividad municipal, y segundo porque puede que en las familias, si tienen suerte, ambas partes deban cumplir con sus horarios laborales sin importar la estación del año.

De modo que, lejos de proponer una saturación en la oferta municipal que pueda suponer una competencia desleal con las empresas dedicadas al ocio, creo que todavía se puede ampliar la oferta de plazas que ofrece nuestra ciudad. No sólo por niños y niñas, que también; ni por los puestos de trabajo –y experiencia laboral– que quizá de otro modo resultarían casi inexistentes para la franja de edad presupuesta (18 a 30 años, por ejemplo) que también; sino por las familias cada vez más ahogadas económicamente y con menores posibilidades de organizarse para atender a su descendencia durante el amplio período vacacional.

Llevamos más años de los que puedo recordar ofreciendo casi la misma oferta de ocio estival en Villena –yo mismo fui durante varios años uno de esos monitores de Campamento Urbano–. Y aunque la actividad funciona deberá llegar un momento en que deba crecer, no crecer un poquito como ocurre de año en año sino subir un peldaño de mayor altura. Porque además de lo anteriormente expuesto, estas actividades fomentan las relaciones entre niños y niñas de diferentes colegios, les enseñan diferentes zonas y particularidades de nuestra ciudad, les entretienen y les educan. Las fórmulas: cientos. Desde una ampliación de plazas, a una nueva segmentación de edades, a un convenio con empresas de ocio que supongan un apoyo a las actividades municipales… Sólo es una cuestión de estudio, y de presupuesto, más bien de actualización de presupuestos, porque si se detienen a pensar cuánto gastamos en la Concejalía de Juventud probablemente se nos caiga la cara de vergüenza.

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