La movida de La Plaza
No se equivoquen queridas personas, pese al título, nada más lejos de mi intención que meter el dedo en esa cruel herida palpitante y sangrante, recientemente abierta por nuestro presente grupo gobernante con su salvaje decisión de retirar la arena de la antigua plaza de toros de Villena. Porque como cualquiera sabe, tal iniciativa supone nada menos que el inicio de un imparable proceso que solo puede culminar en devastación y caos. Como cuando sientes una de tus muelas firmemente atenazada por el instrumento del odontólogo y presientes que esa no será la última de las piezas que perderás en sus manos, sino solo la primera de una larga cuenta.
Tampoco se equivoquen pensando que mi propuesta será una parodia sobre la asistencia a la convocatoria ¿ filotaurina, antiexpoliadora, promonumentística? alimentada por el obligado baile nacional de cifras de asistencia: en Villena, el pasado sábado, bailamos entre los dostrescientos sumados por los Medios locales y los milytantos recontados por el Partido Popular de Villena (no sé si con ayuda de las Nuevas Generaciones llegadas de aquí y allá para asistir a un ¿congreso? de lo suyo). Poco importan, ya deberíamos saberlo si conservamos algo de lucidez todavía, estas abismales diferencias de cifras. En este país hemos conseguido que los recuentos de participación en manifestaciones, huelgas y demás menesteres, se sitúen en la zona más naïf del absurdo. No sé si es por falta de Freud, por falta de seriedad, o por falta de un bofetón a tiempo. El caso es que hemos conseguido que cualquier cifra suene tan hueca como la siguiente. Y lo mismo ocurre con los mensajes que se lanzan ya sean micrófono en mano o escritos en pancartas/facebook/twitter. Como aquel que aseguraba que tras el expolio de La Plaza llegaría la quema de bibliotecas, o aquella otra que presagiaba a pulmón un suelo de césped artificial donde antes había albero, o aquel que aseguraba para los maderos de los burladeros el mismo destino que tuvieron las piezas de sillería de los maceteros del Paseo Chapí tras su reforma... ¡Qué ridículos seres pareceremos al cabo de unas décadas! ¡Qué pobres serán y qué grotesco pasado deberán salvar para salvarse!
Pero fuera de estos funestos accesos que me acechan, les diré que no se equivocan si pensaban que La Movida de La Plaza apuntaba a la nueva programación musical de La Cantina. Una estufa que promete calentar ese frío otoñal que tanto se hace de rogar. Y es que vuelven los conciertos quincenales y gratuitos al único espacio del mastodonte de los cuatro mil millones de pesetas que ha conseguido en algunos momentos parecer vivo. Una segunda edición de actuaciones musicales en directo a pecho descubierto para recibir críticas y halagos. Una apuesta más necesaria de lo que pueda parecer a simple vista que insuflará aire caliente durante el crudo invierno.