De recuerdos y lunas

La pancarta

La semana pasada, tratando sobre el pleno del día veintiocho, se nos quedó en el tintero comentar lo breve que dijo Vicenta Tortosa, alcaldesa de Villena, sobre el trasvase. Adelantamos, esto sí, que su análisis nos parecía simple y que nos asustaba y preocupaba el que la alcaldesa de Villena construyera sobre simplezas su posición en torno al agua. Nos explicó ella que todo lo vio claro cuando en la manifestación de Alicante leyó en una pancarta "Agua de calidad ya para el turismo". Y por lo visto, esto le trajo la luz. Y entendió el problema. Y vio, con esa luz, la manipulación. La mentira. Y se olió los espurios intereses. Y también que el trazado desde Cortes no tenía como prioridad la salvaguarda de los acuíferos de Villena. Y que el agua de Cortes no iba a ser para los agricultores. Todo esto descubrió sagaz, la alcaldesa, al leer una pancarta.

Pero fundar toda opinión sobre una pancarta es cimiento poco ilustrado y consistente para una gobernanta. Suena más a excusa de quien viéndose obligada a asistir, empujada por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Villena –¡y por los vecinos!– pero lastrada por la disciplina partidaria, se aferró a la primera escapatoria que pudo para entonar el "si lo sé no vengo". O el "si ya lo decía yo". Pero las excusas son, muchas veces, clavos ardiendo que nos queman al asirlos; cristales por los que se quiso trepar pero no se pudo trepar y, en el repetido intento, se rompen en añicos; pretexto de quien acude de mala gana a un lugar, como párvulo perezoso camino de la escuela andando para atrás.

No creo tan ingenua a nuestra alcaldesa para esa sorpresa que dice, porque de ser así, habríamos de compararla con la sorpresa de quien teniendo un desierto delante dijo: "Ahí hay arena", porque agua e intereses turísticos han ido siempre coligados. Especialmente en Alicante, capital sedienta que desde muy pronto supo que si quería ser la Niza o el San Remo del mediterráneo español –esa era su voluntad manifiesta– necesitaba agua. Esteban Sánchez Santana en su libro "Residencia invernal de Alicante" (1889), José Guardiola Picó en su "Reformas en Alicante para el siglo XX" (1909), inspirándose en precedentes, alientan la necesidad de importar aguas para garantizar el futuro económico de la capital como ciudad de servicios. Así, lo que dice que descubrió nuestra alcaldesa aquel once de septiembre de 2005 es más viejo que el mear, porque algunos eruditos ya lo venían diciendo desde finales del siglo XIX. Incluso antes.

Vistos los antecedentes, no nos debe sorprender el que haya gente que pida agua de calidad para el turismo. Pero no por ello vamos a dejar de pedirla nosotros. Y también de calidad. Para el turismo, para el campo... Para nuestra sed. Porque agua de calidad, y no otra agua, es la única agua que preservará los acuíferos en Villena. No vayamos a escupir en nuestro vaso para que no beba nuestro vecino. El error de mezclar política hidráulica y política urbanística y de asociar el turismo al ladrillo, exclusivamente y criminalizándolo, es trampa originaria que nos enfrenta. Diferenciemos las parcelas y reconozcamos entonces que es necesaria en nuestra península una política hidráulica que compense los desequilibrios entre la Iberia seca y la Iberia húmeda. Y, por otro lado, planifíquese el territorio de una manera más racional. Aquí, ya no sólo estoy de acuerdo con algunas voces de la izquierda, sino que incluso sería más radical. Porque aquí, échese un vistazo a los periódicos, tirios y troyanos están devorando todo paisaje, lo sostenible todo.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba