El Volapié

La papallona

Como esta tribuna está concebida fundamentalmente para la edición impresa y ello obliga a entregar los escritos con varios días de antelación, en ocasiones se observa un desfase entre la actualidad y el contenido del soliloquio. Mucho más se acusa esto cuando los acontecimientos se agolpan. Por ello, no haré más que esta alusión al simulacro de la huelga de la semana pasada, autorizada por ZP y que ya cumplió su mero trámite de agravar la delicada situación de la pequeña economía española.
Me casé un 10 de octubre –este domingo mi aniversario llega a la docena– porque haberlo hecho la víspera hubiera sido demasiado emocionante y mi corazón no hubiera podido resistir tantas sensaciones. El 9 de octubre se celebra el día del hecho diferencial valenciano –como proclama cada año el muy honorable y presuntamente inocente Camps–, y se aglutinan un sinfín actos que llenan el corazón de aquellos que se sienten valencianos. ¡Quién iba a decirnos a los villenenses que acabaríamos siendo valencianos!

Aunque no a todos los de aquí nos produce alegría –y mucho menos emoción– esta valencianidad, hay otros que se muestran dichosos por convencimiento o porque las subvenciones hacen milagros. En 1984 comenzó a imponerse en los centros educativos de Villena la Ley de Uso y Enseñanza del Valenciano, al principio como la lluvia fina –es tracta d´introduirlo progresivament, que musitaba don Cipriano–, y después como el torrente que arrasa con todo; en 1984 éramos gobernados por los socialistas, después por los populares, amparados primero por los nacionalistas y ahora por la mayoría absolutista; en 1984 saber valenciano era un mérito y ahora tiene más valor que un doctorado; en 1984 nos daba risa y ahora no tenemos escapatoria; en 1984 los libros de lengua consideraban al valenciano como un dialecto del catalán y ahora es un idioma que precisa de intérpretes en el senado; en 1984 unos pocos luchamos por evitar la imposición y ahora todos estamos resignados.

Más allá de lo opinable, la ley es aplastante. La Constitución vigente declara en su artículo tercero que el castellano es la lengua oficial del Estado y que todos los españoles tenemos el deber de conocerla y el derecho de usarla. A partir de aquí opino que ningún español debería tener problemas para conocerla y usarla, incluyendo el Senado y los colegios de las provincias españolas gobernadas por separatistas.

También que las demás lenguas españolas serán cooficiales en las Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos, pero no se puede tolerar que algunos estatutos contradigan lo dispuesto en la Constitución permitiendo el predominio de estas sobre el castellano.

Finaliza el citado artículo expresando un sentimiento de protección de las distintas modalidades lingüísticas de España por ser éstas un patrimonio cultural, en lo cual todos estaremos de acuerdo.

Papallona es un vocablo que en valenciano equivale a la mariposa en castellano, butterfly en inglés, papillon en francés y buntfink en alemán… todas ellas lenguas importantes, y lo justo es que cuando se les presente la ocasión puedan ustedes emplear con libertad la que prefieran.

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