Editorial

La Plaza asfixia a Villena

Lo que muchos se temían comienza a convertirse en realidad, y la preocupante situación económica de la Generalitat Valenciana, endeudada hasta las cejas y sin liquidez siquiera para pagar las subvenciones y nóminas de quienes trabajan con enfermos y discapacitados, fruto de una nefasta gestión que ha priorizado los grandes eventos e innecesarias infraestructuras por encima de las necesidades de las personas y la economía productiva, va a llevar a Villena por el camino de la amargura.
Desde que se firmara el convenio por el que la institución autonómica se comprometía a financiar con 15 millones de euros –siguiendo a pies juntillas la histriónica promesa del imputado Francisco Camps– la rehabilitación de la plaza de toros de Villena, se ha alertado de que dichos pagos estaban sujetos a la disponibilidad presupuestaria de la Generalitat, es decir, que por mucho que se firmara en su día, si Valencia no tiene dinero en sus arcas, Valencia no paga, y es Villena –sus ciudadanos a través de su ayuntamiento– quien debe hacer frente a esos gastos, insostenibles en estos momentos de crisis, pues ni siquiera el retraso –congelación en muchos casos– de los pagos a los proveedores del ayuntamiento, autónomos y empresas locales que están siendo asfixiadas por la falta de pago del consistorio, es suficiente para cumplir con los compromisos de pago y evitar los intereses de demora.

Así, y mientras Valencia se debate entre salir del agujero económico en que se encuentra o declararse en quiebra, Villena tendrá que hacer frente a una deuda que la desborda, y que vamos a sentir como propia todos los ciudadanos, los que quisieron Plaza y aquellos que, sin comerlo ni beberlo, van a pagar los errores e incumplimientos de otros, que jamás de los jamases deberían irse de rositas.

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