La política del vacío
Es miércoles ya, setenta y un minutos de miércoles, y yo todavía sentado en medio del despacho azul, con los diez dedos sobre el teclado. El ventilador metro y medio a mi derecha, sobre el cartel de El loco y la monja de Witkiewicz. El sombrero del abuelo Andrés coronando la bola terrestre luminosa; enfrente el cuadro que me regaló Andre. Los diccionarios y la botella de crianza a la izquierda de la pantalla, y la estantería de poesía y filosofía cerrando el espacio. Suena Split de Difference de Gomez en los auriculares. No agobia el calor esta noche del diecisiete de julio. Aún así prefiero prescindir de cualquier otra prenda aparte de este pantalón corto de algodón. Azul marino.
Con la mirada abstraída, recuerdo aquel chiste que preguntaba por el animal más fiero. El Lopintan, culminaba: porque no es tan fiero el león como lo pintan. Un ingenioso juego de palabras. Recuerdo el chiste en medio de la amalgama de noticias recibidas durante los últimos días: reseñas internacionales, nacionales, locales. No sé porqué lo recuerdo pero me hace pensar que el Lopintan podría ser un buen nombre para definir el problema al que nos enfrentamos. Más fiero que el león, el Lopintan, aunque no exista más que como un juego de palabras, una licencia dramática, una argucia necesaria para el tocomocho. Como las que venimos padeciendo en este país tras cada escándalo, cada imputación: las taxativas mentiras a las que alude la señora Cospedal (que podríamos traducir literalmente como: mentiras que no admiten discusión); las comparecencias de don Mariano exhibiendo magistralmente el arte de no decir nada; o la acusación de falta de desorganización que escuché la semana pasada en un informativo local. Palabras que en su aceleración continua nos aproximan vertiginosamente al gruñido primigenio, por su falta de contenido.
Pero no son solo las palabras las que arrastran a cualquier ser racional a sentir el vacío. También los hechos. Las estudiadas estrategias políticas que lejos de parecernos brillantes, las percibimos como fulleras e infantiles. Como las que poco a poco vamos descubriendo alrededor de nuestra Piscina Cubierta, o las que se han dado alrededor de la dichosa matanza del día 7 de septiembre hasta concluir con la aprobación de nuestro consistorio. Y lo vemos así porque mientras, la vida sigue aquí afuera. Y cada cual anda con sus problemas que no son pocos, y frente a todo este jueguecito político tiene que decidir si entregarse al autismo, la ignorancia, o dedicarse a tragar negra bilis. Ya sé que no todo es blanco y negro, por eso cada agrupación política debe definirse entre unos márgenes, comunicarlos e intentar mantenerse fiel a ellos. Y eso, empezando por todos los partidos de Villena, es algo que queda en segundo plano a favor del juego político. Lo debimos aprender al menos después del No a la OTAN, del No a la Guerra, a partir de ahí nadie nos libramos de la responsabilidad sobre esta política vacía.