La política económica genera más pobres
Me entristece y me preocupa que nuestro país, esa España que a muchos se les hace la boca agua cuando la pronuncian, sea un Estado cada vez más empobrecido y, por consiguiente, genera más pobres semana tras semana. Me dirán que indigentes hubo siempre y no seré yo quien les quite la razón. Mucho antes de que las plazas y calles se inundaran de antisistemas indignados ya existían otros fuera del sistema: marginados social, laboral o familiarmente que pedían limosna para llevarse algo a la boca o, simplemente, para gastárselo en vino o alguna papelina.
Los vagabundos de entonces, a los que una vieja Ley les incriminaba como Vagos y Maleantes, no han desaparecido. Sin embargo han visto que sus espacios en las vías públicas se han reducido, pues ha surgido una gran y mayor competencia, la de nuevos y masivos pobres. Antes podríamos incluso seleccionar a quién dábamos ayuda mientras pensábamos si el necesitado lo era de verdad o le echaba bastante cuento. Hoy, lamentablemente, quedan las dudas despejadas y ya son menos los que le echan engaño al asunto, siendo los nuevos mendigos pobres de verdad.
Cada vez son más las personas, como usted o como yo, que un día y de la noche a la mañana nos podemos encontrar en tesituras semejantes. No hace falta darle muchas vueltas para pensar que vivimos sobre el equilibrio de un fino alambre. Basta con que nos quedemos sin trabajo, porque nuestro jefe ha decidido llevarse sus instalaciones al sudeste asiático, basta con esperar a que el subsidio del paro se agote, basta con que nuestra permanencia en casa de los abuelos o de los padres se acabe un día por fallecimiento de los familiares o porque les pasa justamente lo mismo que a nosotros, basta que no podamos pagar la hipoteca o el alquiler y ya está: ya somos tan pordioseros como ellos.
El BCE concede nuestro dinero público, a través de créditos, a la banca privada al 0,5 ó 1% de interés; la banca privada compra al Estado deuda pública al 7%; el Estado se endeuda y tiene que recortar; para podar mete la tijera a la Sanidad, Educación, Cultura, Investigación, Administraciones Públicas y además lo privatiza para que otros hagan el negocio; para aminorar gastos el Estado se inventa una Reforma Laboral y de Pensiones que recortan salarios, rebajan prestaciones, maltratan a los que trabajaron toda la vida y eliminan derechos adquiridos, convenios para los currantes y copagos en los derechos universales y gratuitos. Total, menos ingresos, menos poder adquisitivo, menos consumo y más paro.
Mientras la Banca hace negocio y redondea beneficios, el Gobierno jalea a inversores extranjeros y les dice que ahora pueden invertir con absoluta tranquilidad, hemos hecho bien los deberes: ya no hay convenios, los trabajadores cobran la mitad y además hemos generado cola de desempleados que por un plato al día son capaces de trabajar. Sí buana, le dice al BCE; lo que usted diga, le dice a Merkel; lo que mande, le dice a la Troika; a sus pies, le dice a la conservadora Comisión Europea. Y mientras tanto la Banca a frotarse las manos, pues no sólo no abre el grifo para conceder créditos a autónomos, Pymes y nuevos emprendedores, sino que especula con nuestro dinero, aumentan sus comisiones y nos ofrece sus pólizas de seguros porque el Estado no podrá pagarnos lo que nos adeuda.
Esto es lo que hay y es, precisamente, lo que genera más pobreza, más gente que no sabe dónde caerse muerta, más personas desnutridas y más desamparo social. Así que no pararé hasta que la Comisión Europea, la Troika y los Gobiernos que a sus pies se arrodillan, dejen de joder y de jodernos. Puede que algún día sea un nuevo pobre, digno y pobre; pero antes de que me consuman mis mierdas les restregaré las suyas.